Quienes somos
Nacimos de la experiencia carismáica del Padre Francisco Palau sobre el misterio de la Iglesia. El ideal de evangelización y promoción de la vida espiritual, anima toda nuestra vida consagrada. Somos una Congregación misionera, con espiritualidad eclesial y mariana. Esta espiritualidad configura nuestra vocación como Iglesia, en la Iglesia y para la Iglesia.
Nuestro carisma específico es “contemplar, expresar y anunciar la belleza de la Iglesia, misterio de comunión”. Iglesia experimentada como Dios y los prójimos, y contemplada en María, tipo perfecto y acabado de la misma.
- Las carmelitas misioneras teresianas vivimos, en clima de familia, la contemplación, la fraternidad y la misión.
- Oramos como Iglesia. Tratamos de descubrir en la oración las necesidades del Cuerpo Místico de Cristo.
- Somos familia de hermanas, que hace visible la Iglesia, desde la sencillez y la alegría compartida. Tratamos de hacer de cada una de nosotras y de nuestras comunidades una “pequeña Iglesia”, signo visible y creíble del gran misterio de comunión eclesial.
- Somos anunciadoras de la belleza de la Iglesia y, a través de nuestras obras de apostolado, nos ponemos a su servicio. Asumimos el reto de ser en nuestro mundo de hoy testigos de la solidaridad, la paz y la unión entre todos los pueblos.
Por ser familia carmelita, vivimos la oración como “trato de amistad” con Jesús, Amigo y Esposo y en ella nos ofrecemos y comprometemos a servirle en su “cuerpo místico crucificado”, según consigna de nuestro Fundador. Forma parte de nuestra pastoral todo cuanto contribuye y ayuda a la persona a permanecer abierta a la trascendencia, desde la dimensión espiritual humana. Queremos ayudar a descubrir el misterio del hombre y colaborar a encontrar respuesta a los grandes interrogantes de la propia vida. Presentamos a Jesucristo y su mensaje como proyecto de vida.
Nuestra familia vive la vida teologal, sobria y sencillamente contemplativa del misterio y de la Sagrada Escritura. Cristocéntrica y eclesial en el amor a Cristo y a los prójimos, vivido en la unidad y alimentado en la Eucaristía, misterio de presencia y comunión, que hace crecer y edifica la Iglesia.
Es familia mariana en su piedad filial la Virgen del Carmen, madre y hermana, medianera e intercesora que, en su culto y advocación, quiere ser reconocida y anunciada como “el tipo más vivo, perfecto y acabado de la Iglesia”
Entre las devociones más íntimas y arraigadas en nuestra familia religiosa, destaca con fisonomía propia la veneración a San José, maestro y modelo de oración y de servicio
Como modelos de vivencia evangélica presentamos a Francisco Palau, a nuestros grandes maestros carmelitas, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Teresa de Lisieux, patrona de las misiones,.
No podemos olvidar a la generación de almas sencillas que fueron nuestras antecesoras y recreadoras del Carisma palautiano y que tipificamos modélicamente en la H. Teresa Mira García. Ellas han ejercido una verdadera promoción de la vida espiritual en su despliegue de ternura y amor al prójimo.