Francisco Palau i Quer
- Nace en Aitona (Lérida), España, el 29 de diciembre de 1811. Ingresa en el Seminario de Lérida en 1828.
- En 1832 inicia el noviciado en el convento de los carmelitas descalzos de Barcelona, llamándose Francisco de Jesús María José. En noviembre de 1833 hace su profesión solemne.
- El 25 de julio de 1835 es incendiado el convento de san José de Barcelona y expulsados los religiosos, entre los que se encuentra Francisco Palau.
- Ordenado sacerdote en Barbastro en 1836, inicia su actividad apostólica en Cataluña.
- Los azares de la patria le empujan al exilio en Francia (1840-1851), donde alterna las tareas apostólicas con periodos de intensa vida solitaria.
- Escribe varias de sus obras y dirige un grupo de jóvenes en Nuestra Señora de Livron, diócesis de Montauban.
- En 1851 regresa a España y reanuda su ministerio apostólico.
- En Barcelona funda la «Escuela de la Virtud», modelo de enseñanza catequética.
- Acusada la Escuela de estar implicada en las huelgas de obreros organizadas en Barcelona, es clausurada por las autoridades civiles.
- A su director, el P. Palau, se le confina injustamente en Ibiza (1854-1860).
- En la soledad del Vedrá (majestuoso islote frente a Ibiza) vive las vicisitudes de la Iglesia inmerso en su Misterio.
- En Baleares funda la Congregación de Hermanos y de Hermanas Carmelitas (1860-1861).
- Predica misiones populares en las islas y en la península, extendiendo la devoción mariana a su paso.
- Viaja a Roma en 1866 y de nuevo en 1870 para presentar sus preocupaciones sobre el exorcistado al Papa y a los Padres del Concilio Vaticano I.
- Muere en Tarragona el 20 de marzo de 1872.
La personalidad del P. Palau se forja en la lucha, en una búsqueda larga y penosa que abarca casi toda su vida. Lucha por la PAZ entre hombres que se debaten en guerras fratricidas. Por la VERDAD para desterrar la ignorancia, causa de tantos desmanes. Por la LIBERTAD en una España que se decía «liberal» y perseguía a la Iglesia.
Busca soluciones a los problemas de su tiempo y se compromete radicalmente con su vocación de carmelita y sacerdote.
La clave de toda su vida espiritual y de su misión eclesial es el encuentro con Cristo vivo en su Cuerpo Místico, en la Iglesia, es decir, Jesús y los hombres en comunión. Con intuición profética sintoniza con una Iglesia de futuro -la Iglesia del Vaticano II-, a la que conoce y ama por vía de experiencia mística.
Busca la soledad más completa para dialogar con su «Amada». Por ella también abandona la soledad y se lanza a la acción para servirla con los diferentes medios que su celo le sugiere: la predicación, la catequesis organizada, los exorcismos, la pluma como escritor y periodista.
Los apostolados más variados encuentran su unidad en el ideal que los mueve: AMAR Y SERVIR A LA IGLESIA en los pobres, los enfermos, los niños, los jóvenes, las familias.
El espíritu misionero y eclesial del Carmelo de Teresa de Jesús encuentra tierra abonada en Francisco Palau y a su tiempo brotan los frutos.
Las Carmelitas Misioneras Teresianas encarnan su espíritu y hacen que el P. Palau siga hoy vivo entre nosotros. Extendidas por cuatro continentes han ido recreando el carisma palautiano, sabiéndose misioneras de la Iglesia.
Francisco Palau fue beatificado por Juan Pablo II el 24 de abril de 1988.