El papa Francisco nos indica el camino: un diálogo fructífero con Dios y con los demás a través de la oración y la misericordia.
Prepararnos para la Pascua con corazones renovados, contemplando su misterio en el corazón y la mente y respondiendo libremente al mensaje de Jesús.
Es tiempo de conversión. Una conversión que significa aceptar el amor del Señor en un diálogo sincero con él y con otras personas. Una relación que se realiza con Dios a través de la oración, en la que contemplamos el misterio de Jesús crucificado, y con los demás, a través de la misericordia dada y recibida. Atención a los demás que significa perdonar y aceptar las debilidades propias y ajenas, en un contexto social en el que cada vez más personas pretenden ser autónomas, como lo demuestra el aumento de personas que viven solas.
Para ello necesitamos dirigir la mirada al crucifijo; dirigir la mirada hacia Jesús crucificado y reconocerlo como aquel que libera a la humanidad. «Esta mirada al Crucifijo es un llamado a redescubrir al Dios de la misericordia, de la paciencia, de la compasión y del perdón» (Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2020).
Y necesitamos compartir, compartir con el otro, con el que lo necesita, y compartir es darnos, darnos nosotros mismos, no lo que nos sobra. Compartir «hasta que nos duela», porque lo damos todo.
Antonia Agulló, cmt