El Montsant es lugar emblemático para toda Carmelita Misionera Teresiana por tratarse de un lugar donde el Beato Francisco Palau, Fundador de la Congregación, se retiraba para la oración y el silencio, tal como nos lo describen sus cartas y escritos. Destaca en especial la Ermita de San Bartolomé en el entorno del Montsant, donde se dirigía desde Lérida.
La Ermita de sant Bartolomé es constucción románica del s. XVI, y está situada en el desfiladero de Fraguerau. Tiene su origen en la cueva del asceta Fra Guerau formada por dos enormes peñas que se apuntalan la una con la otra, con un agujero en la cima que le permitía hacer fuego, tiene varias cámaras, y en medio hay un goteo de agua que cae dentro de unas Bassetes. En el interior de la gruta Fra Guerau construyó la capilla dedicada a Sant Bartomeu. Años después se levantó en la plaza delante de la cueva la ermita, que es una pequeña capilla de una nave con ábside redondo, bóveda de cañón de sillares de piedra un poco apuntada, portal situado en la fachada del norte y campanario de ‘espadaña. A su lado se levanta un alto y esbelto ciprés. Se accede a pie, desde la ermita a San Antonio por una pista o por un sendero senyalitat GR65-5 (Km. 25.5 de la C-242).
El P. Palau en 1851, desde el Montsant, escribía a una de sus dirigidas, Juana Gratias:
«Carísima hija: Ayer caminamos todo el día siguiendo esta montaña. Sus despeñaderos son verdaderamente espantosos. Hemos encontrado muchas cuevas donde poder retirarme cuando esté fatigado del mundo. Te escribo desde la ermita de San Bartolomé. Su posición es muy pintoresca. Esta noche dormiré en una cueva muy escondida, no lejos de esta ermita. El agua está cerca. Tiene una fuente no muy distante de la cueva, está hacia el mediodía al pie de grandes peñascos cubiertos de un bosque que está siempre verde. Ayer me fatigué tanto de subir y bajar por precipicios que hoy no me he atrevido a continuar mis indagaciones. Seguí los picos más elevados del Montsant los que miran a Lérida. La montaña que lleva el nombre de Montsant es lo mismo que una pila, es decir en medio hay un gran valle cerrado por las cuatro partes por las crestas de las montañas que irán a Lérida, al mar, al oriente y a poniente. Este valle profundo contiene despeñaderos espantosos y es horriblemente solitario. Sus cuevas están escondidas por el bosque. En diferentes partes hay fuentes y algo de tierra cultivada, hay muchas cuevas que los paisanos han cerrado, les sirven de abrigo las que están en medio de los despeñaderos.
Vigilia de la Virgen del Carmen.
En estos días he estado tan solitario como podía desear. El ermitaño de San Bartolomé me ha traído lo necesario. Está preparado para ocultar en estas cuevas a cualquiera que yo quiera enviarle.»
En una de las rocas que hay junto a la Ermita de San Bartolomé se encuentra, sobre base de granito, un grabado de autor desconocido cuyo texto, recordando al Padre Palau, versa así:
Sin más equipaje
que el recuerdo en la espalda
y ante la muerte,
Francisco Palau,
buscando del Montsant su corazón
encontró en el silencio del tiempo
un bello latido de amor y paz.
Y ahora el viajero revive el paisaje
y se detiene y sueña:
El enmudecimiento de la piedra,
el goteo a la gruta,
lo invisible canto de una pequeña ave
que no rompe, sino acompaña,
la secular eterna calma,
la misma que un día
rodeó al fraile Guerau.