Recordando hoy, el “20 del mes”, al beato Francisco Palau, compartimos una reflexión que tiene origen en su epistolario. Hermana Aleksandra nos invita a leer la carta dirigida a un laico, Agustín Mañá, con quien el Padre compartía el apostolado de la Escuela de la Virtud. Nos insta a hacernos preguntas, revisar nuestra escala de valores y crecer en el amor. Para hacer llegar su pensamiento y su carisma a los que aún no habían oído de él. Así que te invitamos a leer. Y acuérdate de compartirlo con tus amigos. 

ESCUELA PALAUTIANA DE LA VIDA. CARTA 32

Hay mucha sabiduría en la experiencia popular que afirma que cuando no se sabe de qué va el conflicto, seguro que es por dinero. El dinero y las posesiones pueden destruir la mejor de las relaciones, tanto en la familia como entre amigos. Llega a ser bastante común ver a hijos pelearse e incluso romper relaciones por lo que sus padres les dejan tras su muerte. En cierto modo, esto es lo que Francisco Palau estaba experimentando en ese momento de su vida. Hacía ya más de un año de su exilio en Ibiza, pero las cosas con la Escuela de la Virtud estaban aún lejos de arreglarse. Algún tiempo antes pidió a sus amigos de Barcelona que le enviaran algunas de las posesiones de la Escuela, a saber, el estandarte y la estatua de la Virgen María que presidía todas las actividades. Sus intenciones no eran más que buenas y loables: asegurarse de que estos objetos no cayeran en manos de personas que los profanaran. Pero algunos de sus colaboradores no lo veían así y sospechaban que Palau poseía estas cosas para su propio placer.

En esta carta, Palau enseña claramente su relación con las cosas: no se siente apegado a ninguna posesión material. Para él, éstas son sólo medios para acercarse a Dios, pero no son necesarias para la salvación. Incluso siente «asco» de ellas, le causan más problemas que placer. Para él, el único tesoro verdadero es Dios y su amor, nada más.

Vivimos en un mundo centrado en poseer más y más. Cuanto más poseemos, más éxito y prestigio tenemos a los ojos del mundo. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿la vista de quién es más importante para nosotros? ¿Nos importa más cómo nos ve el mundo o cómo nos ve Dios? San Juan de la Cruz solía decir que el modo de mirarnos de Dios es el AMOR, mientras que el modo del mundo es una exigencia constante de ser mejor que los demás, de ser más rico que los demás, de ser más poderoso que los demás. En este mundo, la posesión lo es todo, mientras que Dios quiere ser la única posesión de nuestro corazón. Mientras nos preparamos para entrar en este tiempo de Cuaresma, podría ser provechoso sentarnos un rato y preguntarnos qué/quién es nuestro verdadero tesoro. Palau estaba dispuesto a dar todas sus posesiones si con ello evitaba que su amistad se viniera abajo. ¿Qué cosas estoy dispuesto a entregar para preservar las relaciones más preciosas de mi vida? Porque el amor a las cosas tiene ciertos inconvenientes: las cosas nunca sabrán que las amamos, y nunca nos devolverán amor. ¿Merecen que les demos tanto valor en nuestras vidas?

Es Cubells (Ibiza), 16 julio de 1855
J. M. J.

1. Mi apreciable amigo: He recibido su última y a su vista me ha sorprendido en gran manera su sorpresa. De lo contenido en mi última no esperaba una contestación tal. ¿Dónde está la falta? El hecho, ¿es bueno o malo? En mi pobre concepto nada de más laudable. En él antes he tenido gastos y trabajo que provecho. Yo no he jamás acostumbrado a usar imágenes ni cosas de lujo y gusto, ni en las iglesias. Para mi altar una cruz y dos cirios me bastan. No tengo afección alguna a objetos de esta especie y mil veces me arrepentí haber consentido el que se introdujeran en la Escuela. En cuanto a la Virgen y el pendón y cosas accesorias al altar, me hubiera sido (ya que existen) infinitamente sensible que hubieran caído en manos extranjeras y tal vez enemigas. Preví lo que era natural sucediera. No podían estar en el convento porque estaba expuesto a ser inventariado y podía el gobierno incautarse de todo lo relativo a la Escuela. No podían estar en casa de ningún particular, y yo estoy muy seguro que ni Vd. mismo los hubiera querido en casa. No había expediente mejor que el que he usado y participo a la Junta. Desaprobar el hecho sería entristecerse de la gloria de Dios y reprobar lo que es santo, laudable y religioso. Yo no hubiera consentido, a menos de cambiar las circunstancias del tiempo, el que los objetos que nos ocupan hubiesen sido expuestos al público en ninguna casa particular ni en la Iglesia. Vd. mismo ve que esto comprometía de muy mala manera a los interesados. Yo no creo posible haya ninguno de Vds. que encuentre mal el que éstos hayan sido trasladados a puesto seguro, ni menos el que sean públicamente venerados en país donde no hay compromiso de ninguna parte. Dejemos esto porque me enfadaría si pensara que esto le hubiese sorprendido a Vd.

2. La falta estará únicamente en haber hecho esto sin advertirles antes. Yo no pensaba fuesen gente de etiqueta. Y además Biel me escribió que no había quien quisiese el pendón
en su casa y creyendo yo quitarles un compromiso, le escribí me lo enviara todo. No obstante escribí a Vds. en aquella misma ocasión sobre esto y Biel no quiso entregar la carta alegando razones para tener esto en reserva.

3. Hubiera hecho tal vez mejor en continuar en mi silencio y reserva porque entonces, en uno de aquellos casos que debíamos y podemos precaver y prever, preguntados sobre el particular, podían contestar no saber dónde paran tales objetos; y ahora tendrían que responder lo que saben y según lo que les he escrito. Yo creí prudente el callar; si obré mal, esto será sin intención en la opinión de Vds.

4. Yo no me he apropiado estos objetos. Todo lo que no es Dios y su amor, lo demás lo doy muy barato y me causa fastidio toda posesión. Por lo demás, si Vds. saben un mejor uso de ellos, yo se los remitiré cuando quieran. Son cosas que no me harán más ni menos perfecto delante de Dios y no son medios indispensables para salvarse. Puedo muy bien en consecuencia desprenderme de ellos. Los guardo no como persona particular sino como interesado en la Escuela.

En cuanto a nuestra amistad nada tiene que ver esta reserva con ella, porque no son asuntos de amigos sino de asociados a objetos públicos. Puedo ser reservado sin comprometer
en nada las leyes de la buena amistad.

5. Vd. no debe ignorar que todo lo que pertenece a la cofradía y asociaciones religiosas, está en venta y queda en poder del gobierno. Basta una leve insinuación para que todo vaya a manos de quién sabe quién. Le digo esto porque si Bernardo quiere, tiene en la mano un medio muy seguro para incautarse de todo. Puede hacerlo. Si lo hará, nadie lo sabe. Por mi parte a buen seguro que lo que tengo de la Escuela no caerá en manos profanas sino en caso de una sorpresa que no espero. Yo no lo entregaré jamás a nadie sino a una autoridad eclesiástica, y yo no sé si Vds., que llevan tan a mal lo que he hecho, tendrían humor de comprometerse sin necesidad o con causa por este fin.

Tenga Vd. la bondad de comunicar estos mis sentimientos a todos los demás individuos de la Junta para descargo mío.

6. Yo deseo muy de veras recupere Vd. perfectamente su salud como también la Sra. Marieta su esposa.

Recibí carta de la Sra. Juana en la que me hablaba haber dado al dinero el destino que le había encargado. Yo, al recibir la de Vd.,me encargué de las intenciones que iban marcadas en el billete adjunto. Le agradezco el cuidado y la pena.

Salude de mi parte a su hermana y cuñado y a su sobrino Pelegrí como también a todos los amigos y disponga de este su affmo. y fiel amigo que le ama de veras,

Francisco Palau, Pbro.

 

 

fuente: asia.cmtpalau.org