𝗠𝗲 𝗱𝗶𝗷𝗼: 𝗠𝗮𝗿𝗰𝗵𝗮, 𝗽𝗿𝗲𝗱𝗶𝗰𝗮 𝗲𝗹 𝗘𝘃𝗮𝗻𝗴𝗲𝗹𝗶𝗼. 𝗘𝘀𝘁𝗮 𝗲𝘀 𝗹𝗮 𝗹𝗲𝘆: 𝗔𝗺𝗮𝗿á𝘀 𝗮 𝗗𝗶𝗼𝘀 𝗽𝗼𝗿 𝘀𝗲𝗿 É𝗹 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗻 𝗲𝘀, 𝗯𝗼𝗻𝗱𝗮𝗱 𝗶𝗻𝗳𝗶𝗻𝗶𝘁𝗮; 𝘆 𝗮 𝘁𝘂𝘀 𝗽𝗿ó𝗷𝗶𝗺𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗮 𝘁𝗶 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗼.
Francisco Palau fue un predicador con sus palabras, con los escritos, pero sobre todo con su vida, predicó a un Dios amor atendiendo a enfermos, pobres, escuchando y acompañando a los excluidos, a los más necesitados.
Por el bautismo estamos llamados a ser anuncio de verdad, belleza, justicia y denunciar todo lo esté en contra de la belleza y dignidad del ser humano. Las palabras enseñan, pero el ejemplo arrastra como se dice. Seamos predicadores con nuestra mirada, escucha, actitudes, palabras, con nuestro modo de ser.
Señor, que mi voz sea para proclamar el amor en cada momento, amando a mis hermanos, sirviendo al cuerpo de Cristo.