El barco del Carmelo reza y canta, al hacerse a la mar del nuevo día, y en su mástil por vela se levanta el santo escapulario de María. Corre, copo de lana bien tejido. Vete al ancho camino de las gentes. Ilumina la noche del olvido y recoge el cansancio de las frentes. Estamos en la ruta; la esperanza tiñéndonos los ojos va delante, el corazón cantando lo que alcanza, y la noche ha perdido su semblante.