Ainhoa Mena nos ofrece su testimonio como MILPA:
ESCUELA DE LA VIRTUD – ELCHE
“Cuando me veas solo ¿estarás conmigo? –Sí y también cuando
estés en compañía, porque yo soy los prójimos unidos entre sí por
amor bajo Cristo mi Cabeza; y cuando estás con ellos estás conmigo
y yo en ti” (MR 7,1)
En muchas ocasiones no seguimos el mismo camino pero, sin embargo, sí que tenemos el mismo objetivo, finalidad, proyecto o ilusión. Todo aquello que realizo lo plasmo con la mejor intención, algo que me nace del corazón. Intentar ayudar y darlo todo por algo o por alguien, a veces nos ilusionamos en un proyecto que vamos poco a poco encaminando e iniciando en un camino costoso. Todos los caminos son complicados y, sin duda, este no iba a ser lo contrario. Como decía Santa Teresa “Pues procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros, y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados.”
El comienzo costaba pero la ilusión era mucho más fuerte, confiábamos en este proyecto. Muchas trabas comenzaban a aparecer, la mejor intención a veces no iba a ser entendida. ¿Disgustos? Muchísimos pero se contrarrestaban con una mirada o una sonrisa de aquellas personas que confiaban en ti y en ese proyecto. Dentro de una cuantía de las personas que me rodeaban, existían varios pilares fundamentales en mi vida que me acompañaban en esto. Uno de ellos, es mi coordinador laico del grupo del que formamos parte “Escuela de la Virtud” de Elche. Una persona vocacional dedicada a su labor pastoral dentro de ese grupo, nos guiaba, apoyaba y aconsejaba. En los momentos más complicados y difíciles su apoyo se hacía cada vez más intenso.
Situaciones que te hacen plantearte, ¿por qué me dejo mi vida en la realización de esto? Muchas veces te desconciertas, sientes que realmente no se ve recompensado.
Siempre me hacía las mismas preguntas: ¿Valdrá la pena? ¿Eres feliz haciéndolo? Y siempre adquiría la misma respuesta: No serías feliz si no lo hicieses, no te sentirías completa. Y, ciertamente, eso es real. Un sentimiento auténtico que cada vez se incrementaba. Unidos por el mismo carisma a las Carmelitas Misioneras Teresianas, el carmelo palautiano, nos hacía encaminarnos cuando nos salíamos del camino adecuado, valga la redundancia.
Puede ser que en ocasiones no hagamos las cosas como convienen pero como una vez dijo nuestra asesora, a la que estimo con toda mi alma, la hermana María Socorro Morales Pertusa: más dedicación, más empeño y más entusiasmo, no se podría poner. Efectivamente, solamente actuamos con una finalidad “hacer el bien a los demás bajo el carisma palautiano”. No pretendemos nada, sino darnos a la congregación desde MILPA. Como iba diciendo, puede ser que en ocasiones nos equivoquemos, no lo dudo. Somos humanos y nos equivocamos pero nunca de manera consciente. Somos personas comprometidas, personas que nos caracterizamos por vivir la espirtualidad bajo la ejemplificación del Beato Francisco Palau y con la vivencia cotidiana de las Carmelitas Misioneras Teresianas, son ellas las que nos aconsejan en los momentos complicados y difíciles. Es un algo que se siente, tenemos que dejar que entre en nosotros ese sentir.
“Los jovenes llevamos la estrella y la luz del Carmelo”, como bien se mostraba en el himno del Carmelo Joven en la celebración de Santa Teresa de Jesús. La idea se plasmó, se vió viable y se llevó a cabo. Comenzamos ardiendo en entusiamo y, asimismo, con incertidumbre puesto no se sabía qué resultados se iban a conseguir. El miedo aparecía entre nosotros pero sentíamos fuerza cuando mirábamos la cara del Padre, una mirada que nos hacía seguir adelante y luchar por ello. La llama la tenemos en nosotros pero en unos se pronuncia más pronto y en otros más tarde.
La hermana Josefa Pastor Miralles avivó esa llama que tenía dentro de mi ser, nos facilitó una reunión en nuestra casa, como siempre nos dice mi estimada hermana Remedios Chimeno Moré, el Colegio Nuestra Señora del Carmen de Elche. Todavía me acuerdo del abrazo y su mirada que desprendía amor, sabía de qué hablaba y lo mejor la manera de hacérnoslo llegar, ese sentimiento nos lo transmitió. De esa reunión, salí con esa pequeña llama que se iba agrandando y que se fue haciendo fuerte conforme pasaban los días. Pese a algunas dificultades, se decidió crear el grupo MILPA de Elche.
Diferentes miembros del grupo nos conocíamos, otros miembros sin embargo, no teníamos el gusto.
Al principio era desconcertante, quizá desconcertante no sería la palabra más adecuada. A lo largo de mi vida, me he visto en situaciones de este tipo, donde las preguntas nos invanden: ¿Qué hago yo aquí? ¿Estaré haciendo bien? ¿Hacia dónde voy? Lo que tenía claro es que mi corazón me marcaba el camino y estaba en el adecuado, Dios me puso ahí por algo en concreto y me venía una palabra a mi cabeza que pasaba el tiempo y no desaparecía: BUSCA. Después, conforme iba adentrándome en los escritos del Padre observé que a Él le sucedía lo mismo: buscó y encontró a su Amada, la Iglesia. Yo sentía que ese era mi camino y que debía luchar por los MILPA. Por lo que seguí adentrándome en esas reuniones, acudí a todas, es más, no fallé a ninguna.
¿Tenía muchos compromisos más? Como supongo que todos los demás, efectivamente, pero solamente había una cosa que me llenaba por completo: El grupo Milpa Adultos de Elche, mis CMT y por supuesto, mi casa (El colegio Nuestra Señora del Carmen de Elche). Los diferentes miembros del grupo decidimos establecer un nombre para este.
Entre muchas opciones se optó por una. Se denomiraría: Escuela de la Virtud de Elche. Nombramiento que marcó un antes y un después, un nombramiento con un significado. A día de hoy, estoy orgullosa de haber seguido este camino, sé que no me estoy equivocando, sé que debemos luchar, sé que es una situación complicada por la sociedad en la que nos encontramos pero… ¿es que no era complicada la situación del Padre? Él se adelantaba, luchaba y no fue fácil. Los MILPA tenemos un claro ejemplo, ¡qué duda cabe!, el fundador de las Carmelitas Misioneras Teresianas es también para nosotros un fundador en nuestra alma que marca un camino a seguir.