El día 7 de octubre tuvo lugar la despedida oficial de la comunidad. Fue una hermosa y entrañable celebración de acción de gracias y, como no podía ser de otra manera, se entremezclaron la alegría y la tristeza. Alegría por lo que aquel encuentro tenía de fraternidad, amor y agradecimiento, por tantos detalles de afecto, pero la tristeza de dejar este lugar, esta misión y estas comunidades también se hizo presente y hasta hubo alguna que otra lagrimilla. Nos han acompañado hermanas de las comunidades de Paterna, Novelda y San Carlos de la Rápita. También nos acompañaban las hermanas Carmelitas Misioneras de la Casa de Oración. A todas ellas agradecemos que hayan compartido con nosotras tan hermoso recuerdo.
La Eucaristía, a las 12 horas en la iglesia del Monasterio, fue concelebrada por una decena de padres Carmelitas y presidida por el P. Provincial Miguel Márquez, al que acompañaban algunos de sus consejeros y los Padres de la comunidad del Desierto. Por supuesto la música y los cantos estuvieron a cargo del P. Rafael Mª León que puso, como siempre el matiz carmelitano y Palautiano. Me resulta imposible transcribir la entrañable homilía que hizo el P. Miguel, pero los podríamos resumir diciendo que esta comunidad ha sido para el Desierto una bendición y al mismo tiempo ha sido canal de bendición para cuantos aquí se han acercado. Una bendición que ha creado vínculos de familia entre las tres comunidades y con todos cuanto han pasado por el Centro de Espiritualidad. Dijo muchas cosas más y nos dejó, junto a su agradecimiento y reconocimiento, un sabor de alegría y esperanza para una nueva etapa y una hermosa bendición: “Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento siempre esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano. Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que siempre quieras vivir plenamente”
Al final de la Misa, en un mensaje muy sentido, el P. Miguel agradeció, en la persona de la hermana Provincial y en la de la Hermana Mª Dolores Manchón, actual superiora de la comunidad, la presencia de las hermanas en el Centro de Espiritualidad, su dedicación, la misión realizada y la capacidad de hacer familia, entre otras cosas. La hermana Sayo, nuestra provincial, también tuvo palabras de reconocimiento y agradecimiento tanto a los Padres Carmelitas que siempre han sido hermanos para nuestras hermanas. Y aunque estos momentos no van impregnados de alegría y algazara, sí que se desprendía de las palabras de nuestra hermana Sayo un agradecimiento inmenso por la confianza depositada, por la oportunidad de poder colaborar en la promoción de la vida espiritual, etc.
Pero aquí no acaba todo. Tras la Misa la mesa. Compartimos mesa todas con la comunidad de Padres del Desierto. Fue una gran mesa. Más de 30 comensales en una comida sencilla y fraterna. Al final de la comida cada una de las hermanas de la comunidad recibió una cestita con dos plantas y una botellita de agua del Desierto de las Palmas. Todo un detalle de los Padres Carmelitas, cargado de simbolismo. Y… las sorpresas siguieron. Acto seguido nos invitaron a bajar a la capilla del Centro para dar gracias, pero no solo era eso. Allí nos aguardaba la sorpresa. Han colocado, en recuerdo nuestro, en un lateral de la capilla un cuadro de cerámica del nuestro Padre Fundador. Cuadro que fue bendecido en ese momento por el Padre provincial. También le fue entregada a la hermana Provincial una placa en cuya inscripción agradecen nuestra presencia estos 47 años que será colocada en la entrada del Centro de Espiritualidad. Como podréis imaginar teníamos las emociones a flor de piel. En este sencillo y emotivo acto no han faltado tampoco los cantos palautianos que tan bien interpreta el P. Rafael y que agradecemos de corazón.
Sé que han quedado muchas cosas en el tintero, pero un poco de lo que pasó sí que va en estas pocas letras que pongo con mucha alegría.
H. Milagros Monera, cmt