Las Carmelitas Misioneras Teresianas reafirmamos nuestro compromiso por la integridad de la Creación y el cuidado del Medio Ambiente.

Hoy Día Mundial del Medio Ambiente de 2020 con una pandemia, generada por un virus de incierto origen, en la cual se ha puesto de manifiesto lo mejor y lo peor del ser humano.

Este año el tema es la biodiversidad –motivo de preocupación tanto urgente como existencial–. Eventos recientes, como los incendios forestales sin precedentes en Brasil, California y Australia, la invasión de langostas en el Cuerno de África y ahora la pandemia de COVID-19, demuestran la relación inextricable entre los humanos y las redes de la vida en las que vivimos. La naturaleza nos está enviando un mensaje.

En este año 2020 estamos celebrando el 5ª Aniversario de la Carta Encíclica Laudato Si’ Sobre el cuidado de la Casa Común, que el  el papa Francisco presentó  en este día. El documento constituye una brillante aportación, posiblemente la más progresista hecha nunca por un dirigente de influencia mundial, por el bien del planeta y sus habitantes, especialmente por los más desfavorecidos. Sin embargo, la situación del mundo ha empeorado en estos cinco últimos años.

El papa Francisco invitó a la humanidad a celebrar la Semana de la Laudato Si’ el pasado mes de mayo y lo hizo con una frase que refleja toda una encíclica: construyamos juntos un mundo mejor: Todo está conectado. Éste es el reto que nos debemos plantear a todos los niveles si queremos que el bien común en una sociedad justa y equitativa, sensible con el medio ambiente que nos facilita la vida, sea una realidad.

La Carta Encíclica Laudato Si’, con el soporte conceptual de gran contenido ecológico, «Todo está conectado», plantea que no nos enfrentamos a dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino a una sola y compleja crisis socioambiental. El mismo papa Francisco ha anuncia el año 2020 como el Año de Laudato Si’.

Un desafío urgente

El desafío urgente en este Día Mundial del Medio Ambiente de 2020 es proteger nuestra casa común incluyendo a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar con el esfuerzo de todos.

La solución planteada en la Encíclica Laudato Si’ pasa por el desarrollo de una ecología integral como modelo que incorpora las dimensiones humanas y sociales en equilibrio con el conjunto del planeta y la Naturaleza, la casa común.

La Encíclica en este Día del Medio Ambiente nos muestra que el camino es el diálogo: el diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional, el diálogo para establecer nuevas políticas nacionales y locales, el diálogo y transparencia en los procesos que conducen a decisiones, el diálogo entre la política y la economía para la plenitud humana.

La recomendación es leer, independientemente de las creencias personales, esta encíclica sobre la casa común que hace cinco años se escribió, en el Día del Medio Ambiente, y en la que hay mucho que meditar sobre el futuro del planeta y la humanidad. El Papa defiende a los débiles, a los sin voz, a los desahuciados, a los más desfavorecidos, es decir, a la Tierra en su conjunto; la casa común no excluye a nadie. Es un gran tema para meditar en el Día Mundial del Medio Ambiente. En este año 2020 el papa Francisco nos exhorta a leer, reflexionar y poner en práctica la Carta Encíclica Laudato Si’

Desde el sentimiento palautiano

Francisco Palau, gran amante de la Naturaleza, mantiene frecuentes diálogos místicos con la misma Naturaleza. Esta imagen nos lleva a respetar y cuidar nuestro entorno, a contemplarlo con respeto y admiración, a orar con y desde la Naturaleza.

“Estaba, al caer el sol sobre las aguas del Mediterráneo, sentado en la cima del monte. El clima y el tiempo era magnífico; todas las criaturas estaban en profunda paz, quietud y silencio. El mar aparentaba un salón inmenso de vidrio o de cristal verde-azulado a los pies de este monte. El aire susurraba tan dulcemente, que apenas dejaba sentir su fresca aura; y tan limpio y puro, que, uniéndose a lo lejos con las aguas, era la imagen de la gloria. Al esconderse el rey de los astros debajo del mar, glorificaba con sus rayos las aguas y los aires, de modo que parecía el empíreo, y en su centro el Sol de justicia clarificando los santos. Yo estaba mirando el gran panorama que desde lo más sublime de los montes presenta la naturaleza al despedirse de ella el astro que la ilumina y vivifica. «Adiós. ¿Te vas, y nos dejas en tinieblas?

 ¿Volverás? ¿Cuándo? Vuelve, vida nuestra; vuelve, astro refulgente, vuelve y no tardes». Esto decían todas las criaturas, y yo escuchaba; estaba en silencio. Y al desaparecer el sol me puse de rodillas, y allí yo esperaba…

¿Qué esperas? –me dijo una voz–. ¿Qué haces aquí solo, de noche, en la cima de ese monte?

  Me consulté a mí mismo y me dije: «Sí, yo espero…

 ¿Y qué espero, solo, aquí? ¿Las tinieblas? ¡Ah!…». Contesté a mi interlocutor:

Yo espero las tinieblas de una noche

¿Qué buscas en las tinieblas?

El corazón y el amor, sintiéndose aludidos, respondieron:

Yo amo con pasión inmensa, y espero venga mi Amada.

¿Quién es tu Amada?

Ella es una belleza infinita.

¿Existe, vive? ¿Te ve, te escucha, te ama?

Esto es lo que yo estoy pensando… Si no existe, si la que busco no vive, si es una ilusión mía…” (Mis Relaciones, 16,3)

Nuestro compromiso

Con sentido de Iglesia, de ciudadanos comprometidos, cuidemos nuestro ambiente, pongamos todos los medios a nuestro alcalce por cuidar la creación y sigamos manteniendonos unidos con nuestros hermanos y hermanas en la fe mientras atravesamos la crisis actual y contribuyamos a construir un mañana mejor.

Oración