Celebramos el 78º Aniversario de la muerte de nuestra querida Hna. Teresa Mira.
En su fiesta, nuestra fiesta en su honor, recordamos a la venerable H. Teresa en su dimensión de entrega y servicio a la Iglesia, en la que destacamos su sencillez, amor y alegría, de forma especial en los más débiles: niños, enfermos, necesitados… Sabemos que su lema era “Amar y hacer el bien a todos”. Amar y hacer el bien a todos era una realidad en Teresa, porque trataba de amar a todos sin distinción, lo que la sitúa en las mismas huellas de Jesús, que pasó haciendo el bien. Buscó así la síntesis de la vida cristiana: amar a Dios y al prójimo, acogiéndole siempre con sencillez y ternura, y pienso que hoy diríamos, más que nunca, con misericordia.
De nuestra hermana Teresa, se nos dice, que vivió con entrega su consagración al Señor. Ella nos dejó un testimonio de fidelidad en la entrega incondicional, en la sencillez y en la grandeza de corazón. Como facetas de su vida podemos destacar que era:
• De condición amable, siempre con una sonrisa. Se podía contar con ella siempre.
• De gran sentido común y gran capacidad de comunicación: era un agradable rincón para toda alma.
• Llama de amor intenso y rio de ternura. Suave alivio para todos, entregaba lo mejor de sí, siendo un alma exquisita desde una prodigiosa sencillez.
• De cristalino fondo. Se dejaba llevar por el aire del Espíritu. Lo suyo era el silencio y la sonrisa.
Es lo que deseo y nos deseamos como camino para seguir en fidelidad a nuestro Carisma.
Antonia Agulló