QUINTA JORNADA DEL TRABAJO CAPITULAR
El día de hoy el IV Capítulo Provincial ha estado atravesado de principio a fin por una atmósfera de gratitud, comunión y profundidad espiritual. Desde las primeras horas de la mañana, la comunidad capitular ha vibrado con una sensibilidad especial al celebrar la festividad de Santa María Magdalena, figura profundamente inspiradora para todas nosotras: discípula, testigo, mujer transformada por el encuentro con Jesús y enviada a anunciar la Vida.
La Eucaristía de la mañana, presidida en un tono festivo y lleno de sentido, ha sido el punto de partida de una jornada intensa de trabajo capitular. En este marco litúrgico, las capitulares han querido también hacer memoria viva de quienes, desde Novelda, han caminado en fidelidad a esta vocación compartida. Las hermanas nacidas en esta tierra, junto con titulares y animadoras que han vivido en esa comunidad, nos han ofrecido un momento emotivo al cantar con hondura y delicadeza el himno a Santa María Magdalena, justo antes del desayuno. Ha sido un gesto sencillo pero lleno de belleza.
La jornada de trabajo ha girado en torno a las cuatro primeras opciones capitulares:
- Un nuevo estilo de relaciones,
- La atención a las vulnerabilidades,
- La formación,
- El entorno seguro.
Cada una de ellas ha sido presentada, reflexionada, rezada y dialogada en profundidad, siguiendo la dinámica de escucha personal, resonancia comunitaria y puesta en común. Más que propuestas abstractas, estas opciones han sido abordadas desde la vida, a la luz del carisma palautiano y con una clara voluntad de concreción.
El trabajo de cada una de estas opciones ha estado acompañada por un diálogo comunitario posterior rico y fecundo. La profundidad de las intervenciones, la escucha mutua, la capacidad de disentir con respeto y de construir juntas desde las distintas realidades y sensibilidades ha sido, sin duda, uno de los grandes regalos del día. Se han generado preguntas, se han esbozado propuestas y se han encendido deseos.
La jornada ha concluido con una oración final compartida y vivida desde ese “soy feliz” que ha resonado en lo profundo del corazón de cada una.
Mañana, con el corazón abierto y los pies bien plantados en la realidad, seguiremos caminando. Porque renacemos en comunión no como un lema, sino como una experiencia que nos transforma.