El secreto íntimo de este Carmelita Teresiano, Francisco Palau, fue su amor apasionado por la Iglesia y por María, «espejo» de esa Iglesia.

Le gustaba llamarla así, mirarla así. Iglesia y María en un único amor.

En su breve estancia en el convento asimiló perfectamente el lema del Carmelo: «Todo de María», pero lo traspasó con originalidad más allá de las fórmulas de su tiempo.

En silencio, deja resonar estas palabras de Francisco Palau en tu corazón…

ORACIÓN

María, miembro vivo, Madre, figura y espejo de la Iglesia:
Ruega por nosotros, para que seamos fieles a los impulsos del Espíritu,
vivamos nuestra fe en comunidad
y seamos miembros activos de la Iglesia.

“Yo te felicito, oh María, Madre de Dios,
por haberte el Señor formado tan bella,
tan pura, tan perfecta,
cual convenía a la que había sido
destinada para ser la Madre de Dios”. (cf. MR 4,1)

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