El día 11 de diciembre de 2020, víspera de la fiesta de Ntra. Sra. De Guadalupe de Méjico, partió para la casa del Padre nuestra hermana  Ana Mª Carrasquer Mir. La imaginamos recibida en el cielo con música y cantos festivos de ese país tan querido para ella. Sabemos que en todas las misiones encargadas, en tantos destinos por donde ha pasado, se ha entregado con todas sus fuerzas y de todo corazón, pero para los/las que le hemos conocido, su recuerdo irá siempre unido al hermoso  país al que dedicó sus mejores  energías  desde los primeros pasos de nuestra Congregación por esas tierras.

Nacida en 1938 en Sena, Huesca, Hna.  Ana Mª  ingresó en el postulantado en Tarragona en Octubre de 1957 y en mayo de 1959 entregó su vida al servicio de la Iglesia  emitiendo los votos religiosos en la Casa Madre, Tarragona. Ejerció su apostolado tanto en el campo de la educación, en los colegios de San Carlos de la Rápita y de Fonz, como en el socio sanitario en Reus y Fonz –club de ancianos. En varias ocasiones se le confió el servicio de la autoridad como animadora local.

En 1988 se le ofreció a Hna. Ana Mª la oportunidad de vivir más directamente su vocación misionera al ser destinada a nuestra primera fundación en Méjico. Con la misma ilusión y alegría de siempre y con su actitud natural de acogida y cercanía se entregó a diversas actividades según las circunstancias y necesidades: pastoral parroquial en Atotonilco de Tula y en Méjico DF, atención y acompañamiento de enfermos en el albergue de la esperanza en Méjico DF. Se sentía identificada con ese pueblo sencillo, tan abierto a lo religioso.

Pero hace 8 años le llegó la gran misión de su propia vida, obligándola a regresar a España, concretamente a la comunidad “Decor Carmeli” de Barcelona y pelear contra la enfermedad. Durante este tiempo ha luchado y confiado en los distintos médicos que le han atendido, pero siempre con la aceptación de la enfermedad, dando ejemplo de la fe y esperanza puestas en Dios Padre misericordioso y en María Virgen. De ellos esperaba la fuerza necesaria para soportar lo que una enfermedad como esta supone. Pidió la Unción de los enfermos   y siguió el rito, celebrado en la capilla de la Comunidad, con gran entereza.

La comunidad que ha compartido estos años de vida  con  Hna. Ana Mª y le han cuidado hasta el fin, e igualmente la congregación, solo podemos decir  gracias por tu vida  y el ejemplo que nos has dejado en el cumplimiento de tu misión y en la aceptación serena de tu enfermedad. Que el Dios bondadoso te haya premiado con el gozo de participar de un eterno descanso feliz en el cielo.