Breve recorrido por su historia
Mª Dolores nació en Villaverde de Trucios, Cantabria, en una familia numerosa, de doce hermanos. En el hogar bebió la fe que le transmitió madre con sus actitudes profundamente cristianas, Sufrió las consecuencias de la guerra civil, que también marcaron su vida. Al final de su existencia todavía soñaba en alto vividos en el 1936.
Le gustaba que la llamasen Loluca, diminutivo que le recordaba origen cántabro. Era una mujer inteligente, trabajadora, servicial, artista para CJ dibujo, la pintura, la decoración, etc. En las fiestas de las hermanas, siempre les ofrecía algún detallito hecho por ella misma y en la comunidad ornamentaba los tiempos litúrgicos artísticamente sin importarle el tiempo empleado. También era muy religiosa, amante de observar todas las normas establecidas, defendiendo siempre a los superiores y orando por ellos. Vivía todos los acontecimientos comunitarios con mucha ilusión y alegría. Su amor a Ja Congregación lo manifestaba en cl interés que ponía preguntando por todo lo que sc hacía o decía en los diferentes acontecimientos de Ja provincia,
Desde el inicio de su vida religiosa estuvo dedicada al servicio de los enfermos como enfermera. Por su buena disposición y dotes personales y religiosos los superiores trataron de aprovechar sus buenas cualidades. Al hacer Jos votos perpetuos ya la hicieron superiora. En el 1964 fue a la fundación de Roma, en Marco POJO, como superiora. Así mismo ejerció su misión en varios lugares de la provincia casi siempre de superiora.
No estuvo ausente de su vida la enfermedad. Era asmática crónica con episodios fuertes que la obligaban a estar siempre melicada pero esto no le impedía estar alegre, ofrecer sus sufrimientos y abrazarse a la Cruz de Jesucristo a quien decía ofrecía todo. Amante de la Stma. Virgen, celebraba sus fiestas con gozo y la invocaba con devoción. Aun siendo mayor participaba como la primera en los comentarios litúrgicos y en los trabajos que se pedían tanto a nivel provincial como general.
Sus cualidades naturales y religiosas le daban un peso específico en la comunidad. A sus 94 años todavía llevaba la sacristía: planchar manteles, lavar albas, ornamentar la capilla. Lo hacía bien, con gusto y no se lamentaba por el trabajo,
El último año, aquejada de dolores y con gran flaqueza en las piernas, lo pasó en la cama rezando rosarios por todos y por todo.
Poco a poco, el Señor la fue ganando para sí y comprobamos, los últimos días, cómo se despedía de todas con Paz.
En resumen, H. Ma Dolores fue una mujer que vivió su vida consagrada a tope, dando lo mejor de ella misma con alegría.