El Señor es generoso con sus hijos y su bondad y. misericordia son eternas. Esa generosidad y bondad la ha experimentado H. Nati al recibir como don una larga vida. Una vida que vio la luz en Abanilla, Murcia, el 21 de abril de 1926 en el seno de una familia cristiana y trabajadora.
Un recorrido por su vida
Nati, en plena juventud, supo acoger la llamada del Señor que la llevó a dejar su familia para formar parte de una nueva familia formada por las carmelitas misioneras teresianas que le abrió sus puertas allá por el año 1954 en Tarragona.
Y a partir del 15 de mayo de 1956, día de su consagración al Señor, hizo vida la frase del P. Fundador «Porque te amo, oh Iglesia santa, busco en los servicios ocasión de complacerte».
Han sido 62 años de vida entregada al servicio del prójimo desempeñando las distintas tareas que la congregación le ha asignado en los distintos tiempos y lugares donde ha sido enviada (comunidades de la provincia de Tarragona, en Huelva, Zaragoza, Desierto de las Palmas, Paterna, Madrid, Callosa, Crevillente, Novelda).
Los últimos años los ha pasado en esta comunidad de Novelda donde ha podido gozar de la ancianidad con todos los cuidados necesarios y dedicándose a cosas que la apasionaban como las manualidades y labores; ha mantenido, también, buenas relaciones con personas del lugar y dedicado muchas horas a conocer a través de los medios de comunicación las necesidades del mundo y a orar y ofrecer por las necesidades de la Iglesia el fruto de su oración hecha en soledado en compañía de otras hermanas. El Rosario y la Eucaristía han sido sus compañeros de camino en esta etapa en la que los sentidos se van limitando. Y esa devoción profunda a María le ha concedido la gracia de que un sábado 17 de noviembre de 2018 de daría el abrazo eterno a «María esa Madre de misericordia que tiene por suyas las necesidades de sus hijos» y que un domingo, día del Señor, 18 de noviembre de 2018 se celebrara la Eucaristía junto a los pies de H. Teresa Mira, como último tributo tierno a ella. H. Natividad Sánchez Tristán que deseó vivir en fidelidad la vocación recibida y pasó por la vida con los ojos fijos en Jesús y esforzándose en «Hacer el bien a todos».
Dios la acoge en su eterna bondad y misericordia por toda la eternidad.