Reflexiones sobre la Dignidad, la Escucha y la Conversión
En un mundo que clama por equidad y armonía, la justicia se erige como un pilar fundamental para la convivencia humana. El Beato Francisco Palau la definió como «un hábito según el cual uno da con voluntad firme y constante a cada uno lo que le es debido». Hoy, el Papa Francisco nos invita a caminar juntos como peregrinos de esperanza, promoviendo la eco-justicia y defendiendo la vida en todas sus formas. Este llamado a la acción nos interpela profundamente: ¿Cómo construimos una justicia real, digna y verdadera? ¿Qué actitudes debemos cultivar para sanar las heridas de la injusticia y responder al grito de los marginados? Reflexionemos sobre el impacto de la justicia en nuestro día a día y cómo podemos ser agentes de cambio en la construcción de un mundo más justo y compasivo.
Agradecemos al equipo de JPIC de la Provincia esta segunda meditación.
Tiene por compañeras la religión, la oración, la piedad, la observancia, la obediencia, la gratitud, la veracidad, la liberalidad, y como partes esenciales, la justicia conmutativa y distributiva. MM 10,2
El Beato Francisco Palau habla de la Justicia como “Un hábito según el cual uno da con voluntad firme y constante a cada uno lo que le es debido” CV 16,24
Hoy la Iglesia, en la persona del Papa Francisco, nos invita a:
• caminar juntos como peregrinos de esperanza en medio de tantos signos de orfandad, de tantas relaciones quebradas y heridas, ante el grito potente de paz, de justicia y de amor en tantos lugares de la tierra; nos sentimos llamadas a recrear la comunión, a ser hogar y familia para todos, a promover la eco-justicia, conscientes de que estamos enviadas a defender la vida humana desde la concepción hasta la muerte, y todas las formas de vida en la tierra.
• Caminar juntos significa también ser artesanos de la unidad, partiendo de la dignidad común de los hijos de Dios; significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Cuantos inocentes de la historia, silenciados por la corrupción, la injusticia, la indiferencia, la violencia y la guerra, el poder que claman: déjennos vivir. Cuántas heridas supuran en las heridas de la Iglesia, de los pueblos, de las familias, de las comunidades. Reparar y restaurar el cuerpo llagado de Cristo en nuestros hermanos, es el mayor acto de amor y de justicia.
• Caminar juntos es también saber escuchar en total disponibilidad el grito de la tierra que es el grito de los pobres, de los desplazados a causa de las guerras, de los cambios climáticos; de los migrantes en busca de un horizonte de esperanza para ellos y sus hijos. No quedar indiferentes ante el dolor de nuestros hermanos, sentir en su piel a la humanidad sufriente. Que nos acerquemos a cada hermano desde una escucha atenta y activa, empática, profunda, porque la verdadera escucha es un encuentro de libertad que transforma el corazón.
Para ello reflexionaremos cómo la justicia incide, cuestiona, sacude y tambalea nuestro vivir diario y nos invita a realizar un camino de conversión:
– ¿Qué actitudes de hermanas y laicos construyen una justicia real, digna, verdadera, creíble? ¿Qué actitudes favorecen la injusticia, la intriga, la corrupción, la mentira?
– ¿Cuál es el anuncio de dignidad y belleza que como palautianos tenemos que vivir desde esta visión de la justicia?
– ¿Cuáles son las heridas que debemos sanar, en nosotros y en otros, para vivir un auténtico proceso de conversión cuaresmal?
– ¿Cuál es el grito de escucha en nuestras relaciones, en tu ciudad, en el mundo, en torno a la justicia? ¿Qué respuesta damos?
Puedes también descargar las imágenes en pdf: Reflexiones sobre la Justicia