Recordamos la primera ponencia de la mesa redonda «Dar una mano en tiempo de pandemia». Un intento de responder algunas preguntas que surgen:
- ¿Qué características presenta la crisis actual? ¿Qué impacto ha tenido y tiene la pandemia en las familias, trabajos, negocios, sociedad? ¿Cuál es el sector más afectado?
- ¿Cómo tender la mano desde la economía para humanizar esta situación de crisis?
Joan Antoni Quintano Abelló – ha ocupado distintos puestos de responsabilidad a lo largo de la vida laboral. Lleva trabajando para la congregación más de 15 años y se siente muy comprometido con los proyectos CMT. Actualmente forma parte del Equipo Económico Provincial y es el responsable del área económica en el Equipo de Titularidad Provincial. Le apasiona leer, escuchar música y hacer trekking.
Su formación académica, a grandes rasgos:
Diplomado en ciencias empresariales
Licenciado en administración y dirección de empresas
MBA en dirección y administración de empresas
Máster en dirección económico financiera
LA REALIDAD EN TIEMPOS DE PANDEMIA DESDE LA PERSPECTIVA DE LA ECONOMÍA
Quiero agradecer a la comisión de Justicia, Paz e integridad de la Creación por la invitación a participar de esta mesa redonda. Creo que, en estos momentos de incertidumbre, estos espacios de reflexión donde poder compartir en familia nuestras experiencias personales de lo que sucede puede ayudarnos a crecer en sensibilidad y conciencia para “tender una mano” en tiempos de pandemia.
Desde el área de la economía. ¿Qué características presenta la crisis actual? ¿Qué impacto ha tenido y tiene la pandemia en las familias, trabajos, negocios, sociedad? ¿Cuál es el sector más afectado?
Esta crisis se caracteriza principalmente por la distorsión de los flujos económicos reales. Para poder explicar cómo funcionan los flujos económicos reales necesitamos definir a los “agentes” que forman parte de la economía y cómo estos influyen con su comportamiento y con su toma de decisiones en el resultado final de la economía de mercado.
Presentación de los agentes económicos que intervienen en la economía:
- “Los consumidores”: las personas que forman parte de la sociedad, los ciudadanos, las familias, los jubilados, la población en general.
- “Los productores”: las empresas, las multinacionales, las pequeñas empresas, los autónomos.
- “Los distribuidores”: los comerciantes, las tiendas de barrio, los supermercados, las grandes superficies, los bares, restaurantes, teatros, cines, los que forman parte del comercio final, el comercio online y el comercio intermediario como mayorista.
- “El sector público”: el estado con sus decisiones políticas, las administraciones públicas, los organismos oficiales.
- “El sector financiero”: por último y no menos importante dentro de este grupo estarían la banca, los servicios financieros, el conjunto de bancos centrales.
Primera premisa: El flujo económico real se representa a través de lo que llamaremos los flujos monetarios que se dan a partir de las relaciones que se establecen entre los distintos agentes de la economía.
Acto primero. “¿Cómo funciona el flujo monetario en la economía? “
Los consumidores compran y adquieren productos de bienes y servicios que los productores fabrican y los distribuidores ponen al alcance de los consumidores a través del transporte y de las redes comerciales. Conceptualmente a este hecho le llamaremos demanda, pero para comprender el impacto Covid-19 en la economía, la demanda la entenderemos como la suma de todos los bienes y servicios que adquieren todos los agentes de la economía, generando la demanda nacional. En este sentido, toda la población con su acción de consumir se convierte en el motor principal de la economía. Ahora bien, para que haya demanda tiene que existir oferta. ¿Y quiénes son los ofertantes? Pues todas las empresas que fabrican esos bienes y servicios que posteriormente se pondrán al alcance de los consumidores. Y ¿Quiénes forman parte de estas organizaciones? Pues todas las personas que trabajan en ellas, gran parte de la población.
Segunda premisa: de forma muy simple y resumida, todos formamos parte de la economía de mercado, todos al mismo tiempo somos demandantes y ofertantes de bienes y servicios.
Acto segundo. “Crisis sanitaria y confinamiento”.
En diciembre de 2019 aparece una enfermedad por coronavirus causada por el virus SARS-CoV-2. La OMS el 11 de marzo de 2020 reconoce la enfermedad como pandemia llegando a infectar a fecha de hoy a un 10% de la población mundial. La rápida transmisión de la enfermedad por contacto entre personas hace derivar la situación a un estado de crisis sanitaria. Para evitar el colapso de los sistemas sanitarios, los estados empiezan a decretar el estado de alarma o de excepción.
Las medidas que se llevan a cabo en el estado de alarma pasan principalmente por la restricción de la movilidad de las personas mediante el confinamiento total de la población, (más adelante habrá restricciones parciales de movilidad) y cierres temporales de comercios y empresas. Todo con el fin de evitar el colapso sanitario.
En este nuevo e insólito escenario nos encontramos de repente con que todos los agentes de la economía se quedan en casa. (Salvo los servicios declarados como esenciales).
La primera consecuencia del confinamiento de la población para la economía, como comentaba anteriormente, es la distorsión de los flujos económicos reales. Al dejar inoperativos a los consumidores, productores y distribuidores, se rompe el flujo monetario. La situación de confinamiento doméstico impide la relación de los consumidores con los productores y distribuidores, impide que las personas sigan consumiendo y sigan produciendo al ritmo de lo que venían haciendo. Nos encontramos con una economía de mercado donde la demanda y la oferta de bienes y servicios se paraliza de forma imprevista y brusca. (La única demanda que se mantiene es la relacionada con los bienes de primera necesidad).
A este hecho se le denomina en economía “crisis de la demanda”. En este preciso momento la economía se desacelera ocasionando un desplome del producto interior bruto de los países (PIB).
La principal amenaza que se genera en esta situación es el miedo psicológico y la actitud fóbica que puede afectar a las decisiones de los agentes económicos, provocando un empeoramiento de las condiciones actuales y en consecuencia llevarnos a una recesión más duradera y cruda. Algunos ejemplos del efecto pánico podrían ser: empresas que se aprovechen de la situación para despedir a trabajadores y como consecuencia aumento desmesurado del desempleo. Recortes de la producción y desinversión. Mayor presión financiera provocada por la bajada de ventas que pueda desembocar en el incremento de la morosidad y la falta de liquidez de las empresas conduciéndolas a la quiebra y cierre de la actividad. Esta sensación inicial de miedo puede acabar convirtiéndose en real si no se actúa. Es lo que se llama “la profecía autocumplida”.
Tercera premisa: el confinamiento bloquea la economía dejándola en suspenso y congelada, se produce una crisis de demanda, generando un clima de incertidumbre y miedo psicológico.
Acto tercero. “Las fisuras del sistema y los trapos al sol”.
En qué situación económica se encuentran algunos países antes de afrontar la crisis de febrero de 2020. Abro un paréntesis y por un instante me gustaría retroceder en el tiempo y situarme en el año 2012 en Europa, han pasado cuatro años de la gran crisis inmobiliaria y financiera global del 2008, la prima de riesgo sobre la deuda pública de algunos países del sur de Europa estaba altísima lo que evidenciaba la desconfianza de los mercados financieros sobre la capacidad de devolución de dicha deuda, es lo que se conoce como “riesgo de país”. Me pregunto por qué algunos países se encontraban en esa situación, quizás por aplicar de forma irresponsable las políticas económicas Keynesianas, sobre la intervención del estado en la economía, aumentando desaforadamente y de forma irracional el gasto público, mediante la acumulación de deuda, que más tarde se verían con dificultades de devolver. ¿Quizás sea por la irresponsabilidad de los políticos y gobernantes? Bueno, reconozco que no lo sé a ciencia cierta. Finalmente, el asunto se solucionó gracias a la determinación del presidente del BCE, el Sr. Mario Draghi, con la compra por parte del banco central europeo de deuda pública de los países miembros de la unión europea por valor de 2,6 billones de euros. El presidente Draghi estabilizó durante los siguientes siete años las primas de riesgo y permitió dar un respiro a los países del sur de Europa. Esta situación ha abierto recelos entre los países del norte y del sur de Europa, llegándose a cuestionar el sentido de la Unión Europea y el euro. Durante el 2019 se habló mucho en los medios de comunicación sobre la crisis de la deuda soberana de los países, con la crisis Covid-19, la atención mediática se ha centrado sobre los trapos al sol de la clase política. La intervención del cuarto agente, el sector público o estado, será clave y determinante para solucionar o complicar la situación actual. Cierro paréntesis.
Después de la experiencia de la crisis del 2008, las preguntas que me resuenan son: ¿Hemos cambiado alguna cosa? ¿Los países rescatados han hecho los deberes? ¿Han aplicado reformas estructurales para mejorar su economía? Como todos sabemos las crisis económicas arrasan con los más débiles y vulnerables, aparecen como un sunami o huracán.
Es evidente que este impacto económico no afectará por igual a todos los sectores de la economía ni por supuesto a todas las familias y población en general. Los sectores económicos más afectados son el turismo, la hostelería, la restauración, el ocio, la cultura, el transporte aéreo, el transporte en general, oficinas de viajes, los hoteles, los alojamientos, el comercio en general y la automoción.
Según datos del Banco Mundial, se estima que la pandemia de Covid-19 empujará a entre 88 millones y 115 millones de personas a la pobreza extrema este año, mientras que la cifra total llegará a los 150 millones para 2021, según la gravedad de la contracción económica. La pobreza extrema, definida como la situación de quienes viven con menos de 1,90 $ al día, probablemente afecte a entre un 9,1 % y un 9,4 % de la población mundial en 2020.
La pandemia pone de manifiesto las fisuras del sistema y del libre mercado, por ello me remito a la Carta encíclica, Frattelli Tutti, del Santo Padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social. En ella nos recuerda que “el mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal…”
Para situarnos, el pensamiento económico neoliberal se basa en las creencias de una economía de libre mercado, en la no intervención del estado, en lo que se llama “laissez-faire” o dejar hacer. Ciertamente el liberalismo ha ido modulando su discurso, a partir de 1930 y en las décadas sucesivas la teoría neoliberal promovió una economía de mercado tutelada por un Estado fuerte, modelo que llego a ser conocido como economía social de mercado. A partir de la década de los 80 este pensamiento da un giro, pasa de ser moderado en sus planteamientos a radicalizarse en la defensa a ultranza del “laissez-faire” y el capitalismo. Son las políticas económicas que se aplicaron en el Reino Unido en la época de Tatcher y en Estados Unidos con Reagan. En la actualidad, los defensores del neoliberalismo son los partidos de derechas. El término neoliberal mantiene sus connotaciones negativas y es utilizado por sus críticos como una condena general al liberalismo económico y sus políticas, esto es, la privatización de empresas estatales y la apertura y desregulación de los mercados, la adopción de las políticas neoliberales y la aceptación de su teoría económica por la mayoría de los países desarrollados se ven, por parte de muchos economistas postkeynesianos como la causa del hundimiento del sistema financiero internacional del año 2007 y 2008. Al hilo de lo comentado y para cerrar este apartado el Santo Padre Francisco también advierte sobre el peligro de los populismos tanto de derechas como de izquierdas que lo único que hacen es confundir a la población polarizando y dividiendo a la sociedad.
Cuarta premisa: la responsabilidad de los gobernantes y de los políticos es fundamental en la gestión del bien común. Su responsabilidad debería ponerse al servicio de la toda la población. Una sociedad madura y con sentido de responsabilidad no se puede permitir una clase política que utilice la pandemia como redito partidista. El modelo económico de intervención en la economía por parte del estado será clave para la recuperación.
Acto cuarto: “La solución a la crisis pasa por el rescate”
El dilema sigue encima de la mesa, a quienes hay que rescatar, a los estados, a las empresas o a las personas. Depende de las estrategias que se apliquen los resultados pueden ser muy diferentes.
En este apartado aparece el quinto agente económico el sector financiero representado por el BCE. La solución a la crisis Covid-19 pasa por la ayuda financiera de los países más necesitados en un acto de solidaridad internacional. En Europa llegará el rescate para las economías más debilitadas de la UE, lo que llaman nuevos mecanismos extraordinarios de asistencia financiera para hacer frente a la crisis del Covid-19 por un importe de 750.000 millones de euros. España podría percibir hasta 140.000 millones. Esta decisión no ha sido fácil, ha sido un proceso de negociación complejo dentro de la UE. Los llamados países “frugales” de la UE, Países Bajos, Austria, Suecia, Dinamarca y Finlandia finalmente han cedido con un cierto recelo. El apelativo de “países frugales” hace referencia a países que propugnan como valores el ahorro, la sencillez y la poca abundancia. El discurso de estos países ha buscado marcar la diferencia con el “despilfarro” de otras zonas de Europa especialmente tras la crisis del 2008. Otra crítica severa que realizan dichos países hace referencia a la seriedad y compromiso de los países de la UE con referencia a las reglas del pacto de estabilidad, como por ejemplo el cumplimiento de los niveles de deuda a los que todos los países de la UE se comprometieron.
Por lo tanto y para finalizar, el rescate no es gratuito. Las ayudas deberán ir acompañadas a reformas estructurales y férreas medidas de control. Este último punto no deja de crear controversia e incomodidad para algunos países en dificultades, ya que les exige una mayor disciplina en el proceso presupuestario.
Quinta premisa: Los valores son las creencias que guían la conducta humana. Una sociedad sin valores navega a la deriva. Nuestro gran reto como sociedad es trabajar en los valores buenos como la integridad, la honestidad, la lealtad, la responsabilidad social. El mal ejemplo de algunos políticos y la tolerancia social ante el fraude agravan la situación.
Conclusión
Como os decía al principio de la charla, la economía depende de las decisiones individuales y colectivas de los agentes económicos, lo podemos complicar todo lo que queramos, pero al final todo puede ser más sencillo.
Necesitamos referentes buenos en la sociedad, buenas personas, que nos inspiren, nos motiven y nos acompañen. Podemos empezar por tendernos la mano a nosotros mismos, a confiar, a estar bien con lo que tenemos, a poner la mirada en lo esencial como decía el Santo Padre Francisco y a partir de aquí tener la mano al otro, al necesitado, superando la barrera de la indiferencia. Por ello considero que es fundamental ahondar en la manera de cómo nos relacionamos, tanto con nosotros mismos como con los demás. Todo nace de la esencia humana.