Vivimos en tiempos de cambios profundos en la manera de ver y entender lo que tradicionalmente vimos y entendimos como roles que los hombres y mujeres desepeñamos en la sociedad. Los modelos tradicionales y conservativos caen ante la presión de nuevas reivindicaciones, sobre todo por parte de las mujeres que ya no estamos de acuerdo con ser relegadas a un puesto de insignificancia. Buscamos nuevos espacios y nuevos modos de estar presentes y activas. A veces nos pasamos, otras veces nos perdimos y ya no sabemos quiénes somos ni dónde queremos llegar. En este contexto, el pensamiento de Edith Stein puede ser iluminador y ayudarnos a encontrar nuestra identidad de mujeres consagradas en el mundo de hoy. “Saber qué somos, qué debemos ser y cómo podemos llegar a serlo, es la tarea más urgente de todo hombre” (OC IV,743).
Edith Stein, en su pensamiento llamado antropología diferencial, tiene claro que la creación de la persona como hombre y mujer no fue una casualidad. Cada género es querido, importante, y tiene algo esencial que constituye su camino auténtico de pleno desarrollo de su vida. Para comprender lo esencial de la mujer, Edith parte de los relatos bíblicos donde descubre tres elementos de la vocación femenina: ayuda y compañera, madre, luchadora contra el mal.
La mujer, desde el primer instante de la creación, es la colaboradora activa, compañera del hombre, su complemento. La presencia de la mujer no sólo es necesaria al hombre, sino que además enriquece con su acción los diversos sectores de la actividad humana (profesional, social, política, económica, eclesial…). Y lo hace no desde el puesto de dominio or rechazo de lo masculino, sino como “madre de todos los vivientes”. La Carmelita no lo limita a una maternidad puramente física, es más bien una maternidad que se realiza en “conducir a la adopción divina”, a “engendrar hijos para Dios”. Pero dado que el pecado es una realidad en nuestra vida, esa maternidad lleva a tomar opciones valientes, de arriesgarlo todo por el bien de los hombres. Para nuestra Escritora, el ideal de la mujer es la mujer fuerte que no teme enfrentarse al mal presente en el mundo en su lucha para que Dios sea todo en todos.
Así en muy breve se podría resumir el pensamiento de Edith Stein. Cuando lo leo, me viene a la mente la imagen de una singular mujer fuerte de la Biblia, que también aparece en las páginas de los escritos íntimos de Francisco Palau. El ejemplo de Judith es el que mejor puede representar lo que Edith Stein quiere decirnos a las mujeres de hoy.
Judith es una mujer llena de dinamismo. Está al tanto de la situación de su pueblo, aunque vive recluída en su casa, dedicada a la relación con Dios. Escucha, siente el dolor, y se pone en acción para salvar. No se queda esperando a que los demás actúen. Sabe bien cómo es el mundo en el que mandan sólo los hombres (el libro de Judith en sus 7 primeros capítulos lo describe como un caos y constante guerra que lleva a la muerte y esclavitud). Sabe lo mucho que está en las manos de una simple mujer, viuda además. No tiene hijos propios pero eso no le impide ver que en su pueblo hay miles de niños que pronto perderán sus familias y su vidas si ella no se pone a la obra. Sola, confiando en la protección de Dios, se mete en medio del mal y se enfrenta al enemigo de lo más peligroso. Sola salva a su pueblo sin mirar por su vida. Se enfrenta tanto a los enemigos del pueblo, como a los que dentro de él están dispuestos a echar a perder la fe y la vida de los Israelitas. Dios la bendice y pone victoria en sus manos débiles y corazón lleno a la par del miedo y confianza.
Para Francisco Palau, Judith es la imagen de la Iglesia que se arriesga por la salvación de sus hijos. Frente al mundo amenazado por las fuerzas del mal, la Iglesia posee poder para liberar y proteger con su acción a los que se encuentran amenazados. Es la “joven guerrera” que se compromete en el proceso de liberación. Su misión no se reduce a la predicación en cualquiera de sus formas, sino a una acción a favor de uno de los sectores más despreciados y relegados de la sociedad, en aquel momento los energúmenos.
Ambos, Francisco Palau y Edith Stein, destacan que la misión-vocación de la mujer en el mundo y en la Iglesia es de vital importancia. La ausencia de mujeres que vivan conscientes y comprometidas su vocación y valores propios pone en peligro la realización de la misma humanidad. Es una llamada e invitación a vivir un feminismo que no rechaza lo masculino, consciente de que nos necesitamos mutuamente para llegar a ser lo que hemos de ser y para que el mundo sea lo que tiene que ser. Ser mujeres nuevas en el mundo de hoy significa establecer nuevas relaciones de compañerismo y colaboración corresponsable, de cuidado de vida y valentía en luchar no tanto contra los hombres en general como contra las estructuras del mal. Como mujeres tenemos nuestros derechos, pero también obligaciones. La más urgente de ellas: la de dejar de ser indiferentes y comprometernos activamente en la vida y el sufrimiento de nuestra gente. Como Judith y María, vivir atentas a la voz de Dios en la soledad y al clamor de los necesitados. Como Judith y María, ser madres que “nos vio perdidos, buscó un salvador y lo encontró, y nos le ofreció […] Por este amor mereció el título de madre común de todos los vivientes” (MM 3,3).
QUE NUESTRA CASTIDAD CONSAGRADA NO SEA MANIFESTACIÓN DEL RECHAZO DEL AMOR HUMANO, SINO UNA RAZÓN PARA SER MÁS LIBRES PARA AMAR, PARA COLABORAR EN LA EDIFICACIÓN DE LA SOCIEDAD Y DE LA IGLESIA DESDE UNAS RELACIONES DE IGUALDAD Y COMPLEMENTARIEDAD, JUNTOS EN LA LUCHA CONTRA EL MAL, JUNTOS EN EL CUIDADO DE LA VIDA. ASÍ PODREMOS RECUPERAR EL PUESTO DE LA MUJER EN LA VIDA PÚBLICA Y ECLESIAL, A LO QUE NOS INVITA SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ – EDITH STEIN.
Hna. Helena cmt
Bibliografía
Edith Stein, Obras Completas, T.IV, Monte Carmelo, Burgos, 2004.
Francisco Javier Sancho Fermín, 100 fichas sobre Edith Stein, Monte Carmelo, Burgos, 2005.
Dolores Jara Flores, Una Iglesia con rostro de mujer, Xerión, Aranjuez, 2017.
Adam Szustak, Projekt Judyta. Czym jest siła kobiety? Wydawnictwo WAM, Warszawa, 2019.
Fuente: cmtpalau.org