La reflexión sobre el epistolario palautiano que nos llega desde Vietnam, esta vez Aleksandra pasa por el corazón la carta 39 del beato Palau. Para profundizar en el conocimiento y transformarnos para que seamos cada vez más misioneros.
Crece, florece y comparte con los que amas.
ESCUELA PALAUTIANA DE LA VIDA: CARTA 39
Hay lugares especiales en nuestra vida. Lugares donde nos sentimos en casa, donde simplemente somos, totalmente confiados en la profunda aceptación y amor de los que nos rodean. Lugares donde podemos respirar la presencia de Dios, su bondad y su providencia bondadosa. Para Francisco Palau, uno de estos lugares era El Vedra, una pequeña isla donde en numerosas ocasiones se retiraba de la agitada actividad misionera para entrar en una relación más profunda con su Iglesia Amada. Para él, la Iglesia era una persona con la que podía encontrarse tanto en la soledad como en la misión. La relación con Ella era su máxima prioridad, a la que subordinaba todo lo demás.
Esto es también lo que aconseja a sus amigos e hijas espirituales. La unión con Dios es lo primero y lo más importante. Debe ser el único objeto de todas las oraciones y meditaciones, hasta que se convierta en algo natural, como el aire que respiramos, como la brisa que sentimos en la cara. Pero los sentimientos no son la finalidad de esta unión: el paso siguiente lleva a la unión de voluntades, a estar completamente rendidos a la voluntad de Dios, tanto en la vida exterior como en la interior. Y no sólo para nosotros, sino para todo el pueblo. Una vez más Francisco Palau insiste en la importancia de ser mediador entre Dios y los hombres, especialmente suplicándole por su salud. La imagen que debemos tener siempre presente es la del Cuerpo herido de Cristo y la de nuestros prójimos como miembros de este Cuerpo que sufren y esperan curación y consuelo. Cuidar de Cristo significa cuidar de personas concretas, miembros de su Cuerpo.
Francisco Palau desarrolló en sus escritos una peculiar doctrina sobre las dos operaciones de la caridad en el alma humana que lleva a la persona a la unión perfecta con la Iglesia: con Dios y con el prójimo. Esta relación comienza como una simple amistad que se hace cada vez más profunda. Consiste en ese sentimiento de intimidad, de cercanía, de confianza total y de unión de las almas con Jesús. Pero la amistad no basta para satisfacer nuestros deseos. Tendemos a una relación más profunda que se da cuando tenemos la misma voluntad, miramos en la misma dirección y dirigimos nuestros pasos por los mismos caminos. Esta es la etapa de las nupcias, los esponsales. Dos personas se ofrecen la una a la otra, se hacen esclavas la una de la otra. Pero el matrimonio no está completo si no hay una nueva vida nacida del amor. Por eso Francisco Palau nos anima a mirar a Jesús no como una persona individual, el amante más perfecto, sino como Cabeza de un Cuerpo, y a convertirnos en madres para todos los miembros de este Cuerpo. Lo hacemos a través de la oración y ofreciéndonos en el sacrificio de la Santa Misa por el bien de todos ellos, convirtiéndonos en instrumentos de sanación y restauración para ellos. Ese es el núcleo de sus enseñanzas espirituales, la cima de la experiencia mística a la que nos invita a cada uno.
A Juana Gratias: Gramat (Francia)
Vedrá (Ibiza), 24 julio de 1857
J.M.J.
1. Carísima hermana en Jesucristo: Hace cuatro días que vivo en estas peñas solo. Encontré la grande cueva donde estaba el agua, y una gotera sola me da bastante para mi consumo. Biel y Ramón pasaron conmigo el día del gran profeta Elías y por la noche se fueron, y volverán el viernes de esta semana. Para el caso tengo provisiones para un mes. En este islote Dios me ha preparado una soledad en una posición tan agradable a mi espíritu que no me hubiera atrevido a desear ni pedir otra mejor. Habiendo aquí agua y los hermanos para venir de cuando en cuando, lo tengo ya todo.
¡Qué feliz yo, si de aquí no saliera más! Los ángeles no salen del cielo para la tierra sino enviados por Dios; y si en el cielo hubiese libertad para los santos para volver a la tierra, a buen seguro no bajarían sino con misión de Dios. Para mí esta soledad es el cielo, ¿y qué tengo que ver yo con los hombres?, ¿quién me arranca de aquí?
2. Si sientes en tu corazón arder un vivo deseo de soledad y de una posición conveniente para tu alma, no lo extrañes. Aunque en todos lugares y tiempos y circunstancias se puede servir a Dios, pero la posición exterior ayuda maravillosamente al espíritu.
Como el objeto de mi retiro es ordenar mis cosas y las de los que dirijo según Dios, tomo ahora la pluma para comunicarte los sentimientos y luces que el Señor se ha servido darme.
3. Posición exterior. Yo cuidaré de que tengas a su tiempo retiros donde poderte esconder y tratar a solas con Dios. Esos deseos de soledad los tendrás a su tiempo cumplidos. Digo a su tiempo porque ahora tal vez no te convienen y cuando te convengan, Dios poderoso para socorrer las necesidades del espíritu, sabrá darte ocasiones.
Entiendo haber sido muy agradable a Dios y por lo mismo muy acertado el paso que has dado yendo a Gramat. La posición exterior que has de tomar depende de mil circunstancias que ahora yo ignoro; y por esto sobre ella estoy algo en oscuras, espero tus cartas que me las manifiesten y por las circunstancias de las personas y demás incidentes juzgaré del rumbo exterior que has de tomar en ese país.
4. Para el caso de un incidente imprevisto desfavorable y contrario, para alentarte en tu empresa es necesario tengas siempre presente que la posición exterior está sujeta a la vicisitud y cambio, porque en esto dependemos de Dios, de los ángeles, de los demonios, y de los hombres buenos y malos y de nosotros mismos; y no hay que fiar en ella ni fundar jamás en ella. No te hablaré sobre ella hasta recibir carta tuya.
5. He recibido carta de Fr. Aytón y me anuncia tu visita. A lo que dice, está como yo persuadido que no conviene a su posición el que te establezcas por allí. Nada me dice sobre compañeras tuyas de su dirección. Por el mes de abril o últimos de marzo iré a verle y con esta ocasión estaré a tu servicio en cuanto convenga. Libre ya dels Cubells, iré donde la gloria de Dios me llame. Por todo este año estará concluida la casa de la Routa de Angarroba; y en La Fatarella veré la señora Miguela.
Pau canta misa el mes de setiembre y con esta ocasión me veré con ella, y convendremos. Me pregunta por ti en esta última carta que me ha escrito.
6. Vamos a tu interior. Te decía en mi anterior que la unión de tu alma con Dios había de ser el objeto de toda tu oración y meditación. Habituada a esta unión invisible, la sentirás sin verla, te sucederá que te sentirás luego unida con tu Dios, esto es, en paz con el Señor, y aquí te estancarías si no conocieras las puertas para adelantar hacia adentro. Unida ya con Dios mediante los actos de fe, esperanza y caridad, cuando te sientas ya en paz con Dios o no enemistada, dirige con instancia al cielo esta súplica: que los designios de la providencia sobre ti sean realizados, cumplidos y ejecutados a su tiempo.
7. Al mismo tiempo comienza a mirar, a contemplar y meditar en Jesús crucificado, el cuerpo moral suyo que es la Iglesia llagada por las herejías y errores y pecados; y en fruto de esta meditación nota bien lo que voy a decirte. Rendida al pie de la cruz, adórala, y ofrécete, date y entrégate toda a El para que en ti y por ti y contigo haga lo que le plazca. Ofrécete en el santo sacrificio de la Misa juntamente con Jesús, en sacrificio, en expiación de tus culpas y de las de todo el mundo; y bajo la forma que hallarás en el libro «Lucha del alma con Dios» negocia en el cielo la cura y el alivio de Jesús paciente en su cuerpo místico crucificado.
8. Aunque este oficio de mediadora entre Dios y los hombres al principio lo hagas imperfectísimamente, el tiempo y el mismo ejercicio lo irá siempre perfeccionando. Es la voluntad de Dios que te emplees en la oración al bien del mundo. En esto ya irás segura.
9. Pide también en la oración que en la forma exterior de vida se cumplan en ti los decretos de su sabiduría, que se haga su voluntad soberana, que rija todos tus pasos y que te proteja. Puede la forma exterior estar ordenada al bien de otras almas y en este caso, como Dios sólo sabe lo que conviene para el bien de la religión, le has de pedir con instancia te guíe y tome por la mano para que no te desvíes.
10. En cuanto a la forma exterior no te precipites, seas paciente y moderada, sufre y espera porque puede convenir a la gloria de Dios una forma que tenga en su providencia fijo el tiempo, el día y la hora; y mientras esta hora llega, cualquiera tentativa para una forma estable sería inútil, y tus esfuerzos vanos. Quiero decir, toma la forma exterior que más acomodada sea a tu espíritu, consultadas las circunstancias, y espera otra mejor. Digo otra mejor, porque por buena que la encuentres, no será sino provisional, y no será más que provisional porque es preciso esperar con paciencia una forma estable. Los decretos de Dios sobre las personas y su forma de vida se han de cumplir, mas a su tiempo, día y hora.
11. Gran consuelo es para nosotros poder marchar por los caminos del espíritu bajo forma estable y segura. En esto no dependemos de nadie; somos libres para Dios, y en la posición interior del espíritu tomamos formas y medios que no dependen de la buena y mala voluntad de los hombres, sino de Dios y de nosotros. Yo y Dios, Dios y yo, ahí va todo. ¡Qué dicha!