Relatos de Francisco Palau sobre el Vedrá

«Desterrado en 1854 «propter verbum Dei» a las islas Baleares, la providencia me tenía en ellas preparado un desierto tal cual mi corazón lo deseaba. Tenemos al oeste de la isla de Ibiza una ermita situada sobre el borde de precipicios que tocan los mares, y una legua adentro las aguas, el mapa marca bajo el nombre de Vedrá un islote que tiene una legua de circuito. Sus cúspides, basadas sobre lo más profundo del Mediterráneo, se levantan hasta los cielos y, para que nada faltara al solitario, abrió Dios una fuente sobre la cima de este monte; el cual da hospitalidad a todas las aves que tienen por las noches a recogerse entre las aberturas de sus peñas. Separado de la isla de Ibiza, nadie puede acercarse a él sino con barca; y sus columnas se levantan tan a plomo sobre las aguas, que no pueden subir a él sino los peritos del país. Aquí es donde a temporadas me retiro para mi vida solitaria. La ermita tiene un bote, los ermitaños son pescadores, me dejan sobre peñas y yo quedo solo, solitario, seguro de no ver ni ser visto de persona humana. El clima es magnífico y el sitio es tan pintoresco cual puede apetecer un solitario».

«Terminada en esta Isla mi misión, que empezó el día 10 de febrero, rendido y fatigado de tanta acción, llamé a mi conductor. Tomó su bote, y al romper el alba salimos de nuestro puerto que se halla al pie de nuestra ermita. El día era uno de los bellos de primavera, la mar estaba pacífica y quieta, y soplando el viento suave del este, tendida la vela, marchamos viento en popa».

Amante de la soledad En el Islote del Vedrá encuentra su lugar preferido para la Oración.

«Este monte es un islote al oeste de Ibiza, separado de la isla, que se levanta desde el profundo de las aguas hasta el cielo; no hay aquí más habitantes que yo. Tengo la ermita a dos leguas al mediodía de la isla y los hermanos que tienen en ella una barca pesquera, me traen aquí, me dejan solo y se vuelven. En la cima del monte hay una fuente, y las aberturas de las peñas son mis celdas. Aquí me retiro diez años ha y hallo cuanto un solitario puede desear». Francisco Palau,  (Cta 115,2)

«En ciertas estaciones me retiro a un islote, de una hora de circuito y de una elevación prodigiosa, que en crestas acolumnadas se levanta sobre el profundo del mar Mediterráneo. Vase la barca y yo me quedo allí solo por unos días, para unirme con Dios y su Iglesia, en fe, esperanza y amor»  ( Francisco Palau, MR /Fragmentos IV)