«En las manos de Dios»
20 de marzo 1872
Recordamos hoy la muerte de nuestro fundador, el beato Francisco Palau.
Francisco Palau llegó a Tarragona el 10 de marzo de 1872 procedente de Calasanz, Huesca, donde había asistido a los enfermos y les había prestado asistencia espiritual. Vino gravemente enfermo. Se dirigió a la casa donde habitaban las Hermanas en la calle de la Misericordia de Tarragona.
Durante su enfermedad fue un modelo de paciencia y piedad. Tenía presente su lema: «Vivo y viviré por la Iglesia, vivo y moriré por ella». Su amor hacia la Iglesia, ese amor que llenó su vida plenamente, lo impulsó siempre a soñar grandes cosas, a afrontar todos los peligros y entregar la vida a su servicio. Desde joven había anhelado el martirio y, a sus 61 años, entregó los últimos momentos de su vida al servicio de los más necesitados: los enfermos de la peste.
El día 20 de marzo de 1872 falleció en esta ciudad de Tarragona. No murió en la soledad: sus hijas e hijos espirituales, las Hermanas y Hermanos Carmelitas, la rodeaban y rogaban por él.
Él podía sentirse satisfecho, había sido un luchador incansable. Podía morir tranquilo, porque sabía que la Iglesia, su Amada, no buscaba los brillos aparentes, sino la entrega incondicional y amorosa a los más necesitados. Su pensamiento»¿Cuán dulce, y agradable, el reposo en los brazos de una Madre Virgen y tan pura como es la Iglesia» se hacía realidad.
Era «el día 20 de marzo de 1872, miércoles, día de San Aniceto, estando la luna a los cuatro días de su cuarto creciente y a las siete y media de la mañana».
El P. Francisco, al contemplar a sus hijas desde el cielo se alegra reconociendo en ellas «la Obra de Dios».