La directora de la Residencia «Santa Teresa» de Valls, recuerda las experiencias vividas frente al covid19 por los residentes del centro y sus familiares. La entrevista y el vídeo fueron realizados durante la mesa redonda «Dar una mano en tiempo de pandemia» transmitida online, el día 13 de noviembre de este año.
RESIDENCIAS DE ANCIANOS Y SUS FAMILIARES EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Queremos agradecer la oportunidad que nos dais de hacer visible nuestra realidad en estos tiempos de tanta dificultad. Nos planteasteis unas cuestiones que esperamos y deseamos queden reflejadas en nuestra aportación.
- Desde el área de Sanidad: ¿cómo se han visto afectadas las residencias de ancianos por la pandemia?
Ha sido un cambio radical. De la noche a la mañana, literalmente, cerramos puertas y los residentes quedaron básicamente confinados en sus habitaciones. Las visitas familiares prohibidas, sin posibilidad de salir a la calle y sin ningún contacto externo. Sólo móviles y vídeo llamadas. ¡Fue muy fuerte! El choque en el campo residencial ha sido y es todavía brutal. De repente empiezas a ver y a escuchar que van enfermando diariamente personas mayores en residencias y centros de día. Enfermar y enfermar hasta morir. Unos son trasladados a hospitales, otros no, alegando que ya no había nada que se pudiera hacer por ellos. ¡Qué difícil decisión! Las noticias surgían a cada momento e iban a peor. Nosotras no hemos tenido ningún caso, gracias a Dios, pero sí podemos asegurar que hemos pasado miedo, mucho miedo.
Ahora vivimos y trabajamos entre protocolos y planes de contingencias, con normas muy estrictas. ¡Somos familia! ¿Y nuestros besos y abrazos? ¿Y nuestras risas y tiempos unidos a corta distancia? Y esas manos que comparten y reparten, que curan, y que cuidan. Entre todo el personal intentamos mitigar la situación y hacerla más amable, más llevadera, conscientes que por mucho que hagamos, como hemos traspasado unos límites que nunca nos habríamos imaginado, costará la vuelta a la normalidad.
- ¿Cómo ha impactado en la salud física y mental de los adultos mayores?
Físicamente, nuestros residentes tienen una edad avanzada, con diversos problemas de salud asociados, con grados diversos de deterioro cognitivo, en definitiva, muy frágiles y vulnerables. La inmovilidad, la falta de interacción, las visitas médicas restringidas sólo a las urgencias, las actividades diarias reducidas para evitar contagios, encuentros, Eucaristías, celebraciones, en fin, nuestro mundo de relaciones se ha visto dañado. Decimos que sí, que están vivos, que alargamos sus años, pero ¿y su calidad de vida? ¿Y su dignidad? La verdad es que nadie les ha preguntado cual hubiera sido su deseo si hubieran podido elegir.
Emocionalmente, el aislamiento ha provocado tristeza, sufrimiento y también incomprensión, porque muchas veces nuestros residentes no han podido entender el alcance de lo ocurrido, pero sí sufrir las consecuencias. Las visitas familiares se reducen ahora a una vez a la semana, y las relaciones, están condicionadas a las personas de su misma planta, sin posibilidad de interactuar si pertenecen a las otras. Las mismas hermanas de la comunidad, en su mayoría, han visto que no podían ni tan sólo visitarse entre ellas por pertenecer a distintas unidades de convivencia. Es fácil intuir la repercusión que esto conlleva; soledad, aislamiento, se necesita una vida interior profunda para encontrar motivación para vivir.
Con todo, ellos nos demuestran en el día a día sus infinitas ganas de vivir y nos agradecen continuamente los esfuerzos que estamos realizando para que puedan seguir sintiéndose como en casa, ¡¡en familia!!
- De cara a las familias hemos vivido momentos intensos, preocupación y miedo al principio. Sabían que no podían ver a sus familiares y temían por si se contagiaban y qué pasaría con ellos. Las noticias de otras residencias les afectaban mucho. Al ver que se mantenía una comunicación constante por teléfono o video llamadas se tranquilizaron, todo iba bien. Nos llegaron cartas y palabras de aliento, de ánimo y de agradecimiento.
Así seguimos trabajando, con fe, recordándoles que están en buenas manos y que vamos haciendo por ellos todo lo que podemos con cariño y responsabilidad, haciéndoles saber a las familias que cualquier iniciativa o cambio está encaminado a un bien común que debemos respetar.
- Con el personal
Desde el primer momento nos organizamos como un solo equipo, ayudando en lo que hacía falta y dando lo mejor de todos nosotros. Hemos ido interactuando en función del día a día. Informando, formando, animando con el intento de estar ahí en los momentos más complicados. Con mucha precaución, cuando ha sido necesario, y a la vez con determinación en otras ocasiones. Queremos que se sientan reconocidos en su trabajo y su respuesta ha sido y sigue siendo, en general, de compromiso y responsabilidad.
- ¿Cuál ha sido y es el mayor desafío?
El mayor desafío es ahora intentar recuperar en lo posible nuestra normalidad.
En la carta del Papa Francisco “Vida después de la pandemia” nos dice claramente que sólo la misericordia con el más débil puede reconstruir un mundo nuevo y que hace falta una nueva era de solidaridad para recuperar la dignidad del ser humano. El Papa resume en tres palabras una guía de nuestro comportamiento y actitud: curar, cuidar y compartir. Sea este nuestro mayor desafío.
Para finalizar nuestra aportación queremos dejar constancias de que, en los momentos de más dificultad, hemos sido capaces de unir esfuerzos y dar respuesta a las necesidades que se iban presentando.
Queremos agradecer también el apoyo y la solidaridad que hemos recibido de nuestro entorno, tanto voluntarios que se ofrecían para ayudar, como donaciones de material de protección, restauración y muchísimas llamadas de ánimo que nos han emocionado.
También la presencia y preocupación de las hermanas de la Comunidad y de la Congregación en general ha sido y es para nosotras un estímulo para seguir adelante. ¡Gracias a todas!
- ¿Cuál crees que es el camino para “tender una mano” y hacer de esta realidad una oportunidad de crecimiento, de encuentro, de comunión, de solidaridad? ¿Qué hay que cambiar? ¿Qué potenciar?
Cierto que la situación actual nos limita y es inevitable.
La urgencia actual nos ha llevado a centrarnos mucho en la Institución y también en el personal; la prevención y el buen hacer, ha sido y es el mayor recurso que tenemos entre manos. Pero con el tiempo necesitaremos reflexionar e intentar volcarnos de nuevo en centrar nuestra atención en todas aquellas persones que tenemos a nuestro cuidado.
A ellos debemos tender la mano buscando nuevos caminos y una “nueva normalidad” que les permita vivir esta última etapa de su vida sintiéndose acompañados y arropados por todos los que en algún momento decidimos formar parte de sus vidas.
El cambio lo va originando el día a día que vivimos, al perder nuestras rutinas habituales vemos como nos vamos adaptando a lo nuevo y van surgiendo nuevas posibilidades y nuevos retos.
Hay una frase que dice: “Ámame y viviré”
En la medida en que las personas que tenemos bajo nuestro cuidado se sientan amadas incondicionalmente, podremos compartir con ellos nuevas situaciones de vida y solidaridad.
Mireia Flavià – licenciada en económicas por la Universidad de Barcelona y con un postgrado en Dirección de Residencias Geriátricas. Desde hace 13 años, Directora Técnica de la Residencia Santa Teresa en Valls, forma parte del Equipo de Titularidad.
Casada y con dos hijos gemelos de 16 años. A su cargo tiene el equipo de profesionales técnicos y se ocupa de las relaciones con los residentes y con las familias. Se siente parte de la gran familia de la Residencia, junto a otros compañeros, residentes, familiares y hermanas.
Dice: “Me encanta mi trabajo porque me encanta ayudar a la gente.»