Ya es nuestro tercer día. Después de ver la naturaleza y mirarnos hacia dentro hoy te invito para que con Francisco y con toda la Iglesia te centres en descubrir el deseo de tu corazón.
Palau admite que es ese deseo, amar y ser amado, lo que reconoce en su corazón. Y sale buscando cómo realizarlo. Amar y ser amado. Junto con él anida en el corazón el deseo de ser valorado, reconocido, respetado en la dignidad. El deseo de vivir en relación, y habiendo descubierto qué es lo que nos da la plenitud, vivir en comunión.
Mira a tu interior. Encuentra tu deseo profundo de amar y ser amado, y hazlo patente con tu vida. ¿Amas?, ¿qué amas? ¿qué te apasiona, qué te atrae?, ¿por qué?… Experimenta la paz y felicidad que da ese sentirte hijo amado de Dios. Mira con ternura al otro, a la naturaleza… Deja que eso te afecte y acoge el don de la gratuidad y de la generosidad. Sé solidario y generoso; responde como hermano, con ternura, compasión y preocupación ante quien resulte necesitado.
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“Yo deseaba, como todos, amar y ser amado, amar y ser correspondido en mi amor; y esta correspondencia por parte de mi Amada, ni la tenía, ni la creía, menos, posible; y de ahí era que mi corazón daba gritos buscando amar y ser amado.” MR 8,21
“El fin último de las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios, en una plenitud trascendente donde Cristo resucitado abraza e ilumina todo. Porque el ser humano, dotado de inteligencia y de amor, y atraído por la plenitud de Cristo, está llamado a reconducir todas las criaturas a su Creador.” (n. 83).