Padre en la sombra, descentrado por amor a María y Jesús

El Papa describe la paternidad de José respecto de Jesús como “la sombra del Padre celestial en la tierra”. “Nadie nace padre, sino que se hace”, afirma Francisco, porque se hace “cargo de él”, responsabilizándose de su vida. Hoy más que nunca se necesitan padres capaces de “introducir al niño en la experiencia de la vida”, sin retenerlo ni “poseerlo”, pero haciéndolo “capaz de elegir, de ser libre, de salir”. En este sentido, José tiene el apelativo de “castísimo”, que es “lo contrario a poseer”: él, de hecho, “fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre”, “sabía cómo descentrarse” para poner en el centro de su vida no a sí mismo, sino a Jesús y María.

Su felicidad está “en el don de sí mismo. Su figura es ejemplar en un mundo que “necesita padres y rechaza a los amos”, que refuta a aquellos que confunden “autoridad con autoritarismo, servicio con servilismo, confrontación con opresión, caridad con asistencialismo, fuerza con destrucción”. El verdadero padre es aquel que “rehúsa la tentación de vivir la vida de los hijos” y respeta su libertad, porque la paternidad vivida en plenitud hace “inútil” al propio padre, “cuando ve que el hijo ha logrado ser autónomo y camina solo por los senderos de la vida”. Ser padre “nunca es un ejercicio de posesión”, subraya Francisco, sino “un ‘signo’ que nos evoca una paternidad superior”, al “Padre celestial”

Oración a San José por las familias: 

Padre, Tú encomendaste a san José lo más valioso que tenías: el Niño Jesús y su madre,

para protegerlos de los peligros y de las amenazas de los malvados.

Concédenos, también a nosotros, experimentar su protección y su ayuda.

Él, que padeció el sufrimiento de quien huye a causa del odio de los poderosos,

haz que pueda consolar y proteger a todos los hermanos y hermanas que, empujados por las guerras,

la pobreza y las necesidades, abandonan su hogar y su tierra,

para ponerse en camino, como refugiados, hacia lugares más seguros.

Ayúdalos, por su intercesión, a tener la fuerza para seguir adelante,

el consuelo en la tristeza, el valor en la prueba.

Da a quienes los acogen un poco de la ternura de este padre justo y sabio,

que amó a Jesús como un verdadero hijo y sostuvo a María a lo largo del camino.

Él, que se ganaba el pan con el trabajo de sus manos,

pueda proveer de lo necesario a quienes la vida les ha quitado todo,

y darles la dignidad de un trabajo y la serenidad de un hogar.

Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, que san José salvó al huir a Egipto,

y por intercesión de la Virgen María, a quien amó como esposo fiel según tu voluntad.

Amén.