Francisco les ha dado cita en el «epicentro» del mensaje de la Divina Misericordia, transmitido por santa Faustina Kowalska y difundido por san Juan Pablo II, quien lo conoció durante la ocupación alemana. Las autoridades nazis cerraron la Universidad Jagelónica, donde estudiaba Filología, y el joven Karol Wojtyla se puso a trabajar como ayudante del dinamitero en una cantera situada cerca del convento de aquella religiosa polaca que él mismo beatificaría en 1993 y canonizaría en el 2000.
Francisco llegará a Cracovia el miércoles y se dirigirá en primer lugar a la histórica colina del Wawel, relicario nacional y uno de los lugares más amados por Karol Wojtyla. Allí pronunciará su primer discurso, dirigido a las autoridades del país y el cuerpo diplomático.
El jueves se desplazará en helicóptero al santuario de la Virgen Negra de Czestochowa, donde celebrará la misa para unas trescientas mil personas, en su gran mayoría católicos polacos de todas las edades.
Entretanto, unos seiscientos mil jóvenes irán acudiendo a lo largo de la jornada al gran parque Blonia, en el centro de Cracovia, al que el Papa llegara en tranvía por la tarde para el primer gran encuentro, siempre una verdadera fiesta, con los muchachos y muchachas llegados de todo el mundo.
El viernes, en cambio, tiene un tono serio y severo, pues Francisco dedicará la mañana a visitar el campo de concentración de Auschwitz y el gigantesco campo de exterminio de Birkenau. En el primero, conocido por la inscripción en letras de metal sobre su puerta, el Papa rezará en silencio y visitará la celda donde murió el franciscano san Maximiliano Kolbe después de ofrecerse como voluntario para cumplir esa condena en lugar de otro prisionero.
Junto al muro de las ejecuciones se reunirá con diez supervivientes de los dos campos, donde los nazis dieron muerte a un millón cien mil personas, en su abrumadora mayoría judíos, pero también 150.000 polacos, 25.000 gitanos, y decenas de miles de prisioneros de guerra.
A continuación, se desplazará al extensísimo campo de Birkenau, conocido por las vías de tren donde terminaba el viaje de cientos de miles de personas transportadas en vagones de ganado para ser destinadas a las cámaras de gas o, si estaban fuertes, a trabajos forzados en los que iban perdiendo sus energías antes de recibir la muerte.
En Birkenau, el Papa rezará en silencio ante las 23 lápidas situadas ante las ruinas de los hornos crematorios y saludará a unas 25 personas, «justos entre las naciones», que se jugaron la vida salvando judíos en aquellos momentos en Europa.
Al atardecer, de vuelta a Cracovia, Francisco participará en el Vía Crucis nocturno con los jóvenes, que al día siguiente se desplazan a una gran explanada en las afueras de la ciudad, capaz de acoger a más de un millón y medio de personas.
El Papa dedicará la mañana del sábado a visitar el santuario de la Divina Misericordia y a celebrar la misa en el primer gran santuario dedicado a san Juan Pablo II, construido a menos de un kilómetro de distancia. Al atardecer se reunirá con los jóvenes para la vigilia nocturna en la explanada.
El acto central del domingo es la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, en la que se anunciará el punto de cita, siempre en un continente distinto, para dentro de tres años.
El número de jóvenes registrados oficialmente es de 335.000, pero siempre acuden cuatro o cinco veces más de modo espontáneo. Entre los inscritos figuran en primer lugar los polacos, seguidos por los italianos, franceses, españoles y norteamericanos. Por lo que relatan los voluntarios que están ya en Cracovia y los primeros peregrinos que ya han llegado, este encuentro se va a caracterizar por la alegría, la música y el baile.