Aunque el corazón le lleva hacia el millón y medio de jóvenes que le esperan en Cracovia, el Papa Francisco emprende hoy miércoles su primer viaje a Polonia como peregrino tras las huellas de san Juan Pablo II, el Papa que le nombró obispo en 1992 y cardenal en el 2001.

Por eso el programa de esta Jornada Mundial de la Juventud comienza en Roma, con una visita a la capilla de san Juan Pablo II en la basílica de San Pedro para rezar ante sus reliquias antes de emprender el viaje hacia Cracovia.

Juan Pablo II fue el «inventor» de estos encuentros de jóvenes de todo el mundo y un gran apóstol de la Divina Misericordia, el rasgo esencial de Dios que Francisco ha puesto en el centro de su magisterio con el Año Santo de la Misericordia.

En esa capilla, contigua a «La Piedad» de Miguel Ángel, rezará con niños enfermos de cáncer y sus familias. Son los jovencísimos pacientes del hospital pediátrico «Bambino Gesu» una de las actividades caritativas más hermosas gestionadas directamente por el Vaticano.

Los jóvenes que le esperan en Cracovia irán descubriendo poco a poco que el secreto de la asombrosa fuerza de Francisco es el mismo que el de Juan Pablo II: la oración y el apoyo espiritual de los enfermos, especialmente los niños.

El Papa abordará hoy, en su primer día en Cracovia, dos asuntos espinosos en sendos encuentros con las autoridades y los obispos del país en la histórica colina del Wawel, el relicario espiritual del país.

Polonia debe su libertad en buena parte a san Juan Pablo II y su larga batalla para conseguir que Europa respirase con «dos pulmones», el occidental, que era libre, y el oriental, sometido entonces a la tiranía de la Unión Soviética. Pero ahora, las autoridades han olvidado la «solidaridad», y Polonia es uno de los países más reacios a acoger refugiados. Es un país cerrado en sí mismo, en que los inmigrantes de todos los tipos suponen solo el 0,4 por ciento de la población.

En las últimas semanas, la conferencia de obispos polacos está denunciando que el temor a los refugiados «ha sido alimentado por algunos partidos políticos y por declaraciones de algunos políticos» que han llevado al país «a un temor de los musulmanes creado artificialmente».

Encuentro a puerta cerrada con los obispo polacos

El Papa abordará este problema a las cinco de la tarde del miércoles en el discurso a las autoridades, pero es muy probable que no lo haga en tono de reprimenda sino de comentario positivo, siguiendo su propio modo de actuar el año pasado en la visita a los Estados Unidos. Poco después, en un encuentro a puerta cerrada con los obispos polacos, Francisco abordará un problema menos visible desde fuera pero que supone un lastre en la renovación espiritual del país.

Buena parte de los obispos de Polonia son conservadores de la antigua escuela, y les cuesta entender las prioridades de Francisco. Por eso se ha llegado a una situación paradójica en la que los fieles polacos de a pie aman y siguen al Papa de un modo más natural y entusiasta que sus pastores. El Papa les tratará con afecto, apostando una vez más por la «revolución de la ternura» que propuso al comienzo de su Pontificado.

Para el Papa Francisco, la de Cracovia es su segunda Jornada Mundial de la Juventud, después de la de Río de Janeiro en julio de 2013. Pero es la primera convocada por él, y lo ha hecho precisamente en la ciudad de san Juan Pablo II, que es el epicentro de la espiritualidad de la Divina Misericordia.

Por ese motivo, la cita con un millón y medio de jóvenes tiene como telón de fondo lugares históricos como el convento de santa Faustina Kowalska, la religiosa que recibió, en centenares de apariciones de Jesús a lo largo de los años treinta del siglo pasado, la misión de difundir el mensaje de que Dios es Misericordia.

Durante la ocupación nazi iniciada en 1939, el joven Karol Wojtyla acudía a rezar a su tumba en ese convento con relativa frecuencia, pues trabajaba como ayudante del dinamitero en la vecina cantera destinada a extraer mineral para la producción de sosa cáustica en la fábrica de Solvay, donde después trabajaría de ayudante del fogonero y supervisor nocturno de las calderas. Allí aprendió español leyendo a San Juan de la Cruz en el idioma original.

Muchos senderos de la historia confluyen en Cracovia, incluido el del Holocausto, y uno de los momentos más fuertes del viaje será la visita, el viernes, a los campos de trabajo y exterminio de Auschwitz y Birkenau. El Papa no hará discursos. Rezará en silencio y saludará tanto a supervivientes como a «justos entre las naciones», las personas que ayudaron a salvar judíos en aquellos momentos vergonzosos de la historia de Europa.