En la comunidad “San José” de Reus (España),el día 6 de diciembre de 2019, descansó en el Señor, nuestra hermana Ana María Porqueres Torra.
«El Señor es mi luz y mi salvación» (salmo 26)- Así rezaba el salmo que nos ofrecía la liturgia, la noche que nuestra hermana Ana María pasó a contemplar, con los ojos del alma, esa luz y esa salvación.
Breve recorrido por su vida
Desde muy joven la hermana Ana María respondió a la voz de Dios que escuchó en su interior.
Superando obstáculos y miedos, amando al que fue y es la defensa de su vida, un 15 de mayo del 1966, en Tarragona, iniciaba su camino como Carmelita Misionera Teresiana. Y más adelante, el 18 de julio de 1971, realizó sus votos perpetuos también en nuestra Casa Madre de Tarragona.
«Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida», así continúa rezando el salmo, y así, desde el estilo de vida que nos propone Francisco Palau, buscando amar a Dios y a los prójimos, desde la atención a los enfermos y necesitados, hizo un recorrido de amor y entrega caracterizado siempre por su cercanía y bondad, que pasó por las comunidades de Roma, Madrid, Gijón, Palencia, Desierto de las Palmas, Barcelona, Aitona, Reus.
La enfermedad que ella ha caminado con valentía y docilidad, de la mano de Jesús y de María, ha acrisolado en ella el oro y las piedras preciosas de las virtudes que con sencillez ya ha puesto en las manos de Dios.
Ahora, hermana Ana María ya «contemplas la dulzura del Señor contemplando su templo».
Gracias hermana por el camino que hemos compartido. Ahora eres tú la que intercedes por nosotros y terminas diciéndonos las palabras del salmo 26: «Esperad gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Esperad en el Señor, sed valientes, tened ánimo, esperad en el Señor».