«He venido para que tengan vida y vida en abundancia» (Juan 1O:1O).
Desde que vio la luz en el seno de su querida familia, en el Ferrol, en 1928, hasta sus largos años de pertenencia a nuestra familia religiosa de carmelitas misioneras teresianas sus días han transcurrido en búsqueda de una vida plena a través del servicio a la Iglesia en los distintos lugares y tareas confiadas por la Congregación.
Han sido 72 años de vida entregada a la misión en poblaciones de Aragón, Cataluña, Castilla, Argentina y Comunidad Valenciana. En su trayectoria de vida entregada al servicio de la Iglesia: Dios y los prójimos, ha desarrollado y desplegado los dones y competencias que el Señor le ha regalado.
Mujer alegre, divertida (cómo no recordar sus carcajadas) y de agradable conversación, siempre ha compartido con sencillez sus recuerdos de los tiempos pasados en las distintas comunidades, en los encuentros de formación permanente compartidos con las hermanas, en los viajes realizados desde la congregación o con alumnos y profesores.
Recuerdos entrañables también de su paso por Argentina donde pasó unos años y donde tuvo la oportunidad de compartir con su hermana y donde tuvo la oportunidad de prestar un servicio generoso a la Provincia «San José», Argentina.
Una persona con destrezas: profesora de corte y confección acompañando a jóvenes que desean tener un oficio, un medio de vida. Profesora de mecanografía que hacía volar los dedos de sus alumnos, pequeños y grandes que acudían después del colegio, a las 17:00, a aprender a escribir y a crear, porque promovía la escritura creativa a través del teclado de la máquina.
Ha sido siempre buena compañera y buena consejera. Algunas maestras la recuerdan siempre sonriente cuando esperaba a los niños por la tarde al finalizar el colegio para acompañarlos al autobús. Recta y disciplinada a la vez que cercana y de palabras amables y simpáticas para los niños.
Los últimos años han estado dedicados a asumir poco a poco la limitación , pero también ha sido un tiempo para cuidar· su mundo interior a través de las horas dedicadas a la lectura a la escritura y a cuidar su vida espiritual. Hasta sus últimos días ha disfrutado de la vida y de la autonomía y ha contado con la ayuda necesaria y con el afecto y atención de las he1manas y personal asistencial.
Con sincero reconocimiento damos gracias por los años compartidos y porque en su vida se ha visto reflejado el paso del Señor que va transformando, serenando, que hace aflorar la bondad, la generosidad, la gratitud, la sana alegría y el disfrute de las cosas pequeñas.
Confiamos, a H. Evangelina, al amor misericordioso del Padre y a los brazos de Ntra. Sra. la Virgen de Chamorro, patrona del Ferrol, su querida tierra.