Breve recorrido por su historia
En 1924 nacía en Callosa de Segura-Alicante, H. Rosa Cascales Tell. Fue bautizada el 04 de enero de 1925 en su parroquia de S. Martin y vivió en el seno de una Familia cristiana y trabajadora. Su niñez y juventud transcurrió en tiempo de guerra y postguerra y, por ende, en medio de penurias económicas y crisis social; pero a decir de sus compañeras, Rosa era una amiga que ponía paz entre ellas cuando surgía alguna discusión.
Muy pronto escucho la voz del Señor y en 1944 profesaba en la Congregación de Carmelitas Misioneras Teresianas, en Tarragona. Desarrollo su misión en diferentes lugares: Reus, Les Borges, Novelda, Palencia.
Rosa era una mujer prudente y callada. Dicen las Hermanas que convivieron con ella que no le gustaba discutir con nadie, que era piadosa, que siempre que podía pasaba grandes ratos con el Señor en la capilla. Tal vez fue ahí donde aprendió a unir su voluntad a la de Dios, a conocer y asumir sus limitaciones, a reconocer en el prójimo el rostro de Dios.
Cantaba maravillosamente bien y le gustaban muchos las celebraciones litúrgicas sobre todo en las grandes fiestas, en las profesiones, donde solía cantar con gozo y entusiasmo. Como le gustaba la belleza también le agradaban las flores y siempre buscaba, en el jardín, rosas frescas para su habitación, incluso cuando no veía salía a buscarlas.
La mayor parte de su vida religiosa transcurrió en Palencia. 45 años pasados en la portería y el servicio de la administración.
Su talante acogedor y pacífico tuvo gran influencia en quienes la trataron que valoraban su talla de buena persona y buena religiosa.
No podía faltar el sufrimiento en esta vida entregada a la voluntad de Dios. Durante unos 15 años padeció de una sordera total y una visión muy reducida lo cual le impedía comunicarse con normalidad. Sin embargo, participaba de todos los actos de Comunidad y se interesaba por todo y por todos, tanto temas sociales y comunitarios como congregacionales. Para poder vivir mejor la eucaristía, a la que estaba presente sin ver ni oír, pedía le dijeran de qué trataba el evangelio dominical para meditarlo durante la semana.
Los últimos meses fueron dolorosos por la enfermedad y la edad. Después de recibir la Unción en la que participó de forma activa y consciente fue llamada a la casa de Padre a los 91 años de edad y 72 de vida religiosa.
H. Rosa goza por toda la eternidad de la presencia amorosa de Dios Padre, rico en misericordia.