RESURGIMIENTO Y EXPECTATIVAS.
No cabe duda que, desde su llegada a nuestra Villa en noviembre de 1885, la Congregación de Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas (CMT) se ha ganado la aceptación y estima popular, fruto de su titánica y desinteresada labor asistencial y educativa con muchas familias de crevillentinos que han depositado en sus manos el cuidado de algún pariente enfermo y/o anciano, o bien la sólida formación -en ciencia y valores- de sus niños y adolescentes. De igual forma, debe señalarse la considerable mejora espiritual que, desde su celebrado advenimiento, han experimentado muchas familias de nuestra población, viéndose atraídas por el carisma palautiano, sembrado por las distintas religiosas que han sido parte importante en el devenir del municipio, a lo largo de 133 años de historia.
Durante el pasado siglo, y según nos indica la profesora, escritora e investigadora crevillentina Hna. Josefa Pastor Miralles, cmt, en su publicación Historia de la Congregación Carmelitas Misioneras Teresianas en Crevillent, esta efervescencia religiosa cristalizó en dos hechos esenciales para la proyección de nuestra Villa como baluarte y señera del Carmelo en tierras del Levante peninsular:
La fundación de la Archicofradía del Niño Jesús de Praga y Santa Teresita (5-01-1924).[1]
El movimiento misionero teresiano, impulsado por la Hna. María Gateu Galucho de Santa Teresa.[2]
Respecto al primero de los hitos citados anteriormente, podemos afirmar que todavía permanece encendida la llama devocional de los crevillentinos hacia el pequeño Rey del Carmelo, habiéndose reflejado en los concurridos y diversos actos extraordinarios efectuados entre los días 25 y 26 del pasado mes de enero.
Tras 33 años de receso, el actual 2018 ha marcado un punto de inflexión en el culto local hacia el milagroso Niño de Praga, ya que se ha vuelto a procesionar por nuestras calles el hermosísimo y original conjunto escultórico de Fray Cirilo sosteniendo al Niño Jesús. Esta obra singular, creación magnánima del imaginero valenciano José María Ponsoda Bravo en 1942, recoge -por expreso deseo del párroco Rvdo. D. Francisco Mas- la iconografía de la divulgada imagen modelada por los escultores Amorós de Villareal y Viloptana de Valencia que fue tristemente destruida por las turbas revolucionarias en julio de 1936.
En la mañana del pasado jueves 25 de enero, festividad litúrgica del Niño Jesús de Praga, sobre unas modestas parihuelas que permitían apreciar con detalle la primorosa y exquisita belleza del grupo escultórico de Ponsoda, se trasladó al Divino Infante desde el Colegio Ntra. Sra. del Carmen hasta la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de Belén. El acto estuvo arropado por los alumnos de Enseñanza Secundaria (E.S.O.), que mostraron un gran entusiasmo junto a sus profesores, hermanas CMT y colaboradores. De gran emotividad fue la obligada parada que se efectuó en el lugar donde antaño se erigía la ermita de Santa Anastasia, junto al Asilo-Hospital y antiguo Colegio de las Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas.
A las 10:30 horas, las melódicas campanas de la Parroquia Madre de Crevillent recibían con júbilo tanto al Niño Jesús como a su inseparable Fray Cirilo, que quedaron instalados en un sitial preferente del lado del Evangelio en el Presbiterio del Templo.
Por la tarde, tras la entrañable función eucarística, animada por el Coro Ntra. Sra. del Carmen bajo la dirección de D. Joaquín Fuentes Díaz y oficiada -a las 19:30h- por el Rvdo. Sr. Cura-Párroco. D. Miguel Riquelme Pomares, tuvo lugar la Solemne Procesión del Niño de Praga que recorrió las calles Purísima, Ramón y Cajal, San Miguel, San Pancracio y Mayor para regresar, nuevamente, a la Parroquia de Belén. Responsables del buen transcurrir de la misma fueron Mario Fco. Ruiz Igual y José Mª Carbonell Gómez. El cortejo procesional -presidido por el Vicario Rvdo. D. Hebert Agnelly Ramos López- contó con la presencia de 6 religiosas carmelitas de las comunidades de Crevillent y Torrevieja. También participó la Presidenta de la Asociación Internacional Misioneros Laicos Palautianos (MILPA), así como los miembros del grupo MILPA “La Montanyeta” de Crevillent. El trono fue portado por un grupo de alumnos de 4º E.S.O. y se sumaron exalumnos y exalumnas del Colegio bajo las órdenes de Ramón Mas Candela y el acompañamiento musical corrió a cargo de un grupo de miembros jóvenes de la Banda Unión Musical de Crevillent.
La Hna. Carolina Lavandero Pérez, cmt, gran devota e impulsora constante del culto al Niño Jesús de Praga, no podía contener su emoción y satisfacción al presenciar, tras 33 años de ausencia, el resurgir de la popular procesión del pequeño Rey del Carmelo por las calles de nuestro municipio. Muchos de los fieles que participaron en el acto portaron orgullosos, sobre el pecho, las medallas que en su día les fueron impuestas como miembros de la casi centenaria Archicofradía del Niño Jesús de Praga y Santa Teresita.
El conjunto escultórico del Divino Infante, regresaba al oratorio de las hermanas carmelitas en la mañana del viernes, día 26 de enero, portado por los alumnos de 4º curso de la E.S.O. con las mismas muestras de alegría que caracterizaron el traslado de la jornada anterior.
Enhorabuena a toda a Comunidad Educativa bajo la Dirección de D. Enrique Hernández Cantó y el gran impulso e ingente labor de la Titular Hna. Rosario Montero Villalba, cmt.
Es el deseo de muchos, que la recuperación de esta tradicional fiesta en torno al Niño Jesús, logre reconvertir a Crevillent en una “Praga levantina” donde el amor hacia el Rey de los carmelitas inunde los corazones de sus gentes, resurgiendo en ellas su vocación misionera para la construcción de una sociedad que, ante todo, vele por el valor del ser humano, la caridad hacia los demás y la necesidad de trabajar por un mundo civilizado donde todos seamos constructores de auténtica y verdadera paz.
“Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5, 9).
Cristian Cortés Ruiz
[1] PASTOR MIRALLES, J. Historia de la Congregación Carmelitas Misioneras Teresianas en Crevillent. 1ª edición. Crevillent, 2010.
[2] Figura determinante en la fundación del Santo Hospital sito en la actual Plaza Francisco Palau de Crevillent.