Desde la comunidad de El Vendrell, llega este testimonio de una experiencia orante y la nueva reflexión para orientar la oración dominical por las víctimas de la trata. Y también por la nueva Asociación Infancia Robada, en España afincada en El Vendrell, y que quiere tender una mano a las personas vulneradas.

 

Quiero compartir con vosotras, el impacto y sentimientos que produjo en mí, esta frase, al pie de la imagen que también vosotras podéis ver.

Nuestra comunidad, de común acuerdo, nos comprometimos a hacer cada domingo oración después de cenar. Una vez terminado el oficio personal, nos reunimos en la capilla hasta las 23h.

Cuando comencé la oración y tomé en mis manos la hoja que nos dejan para ayudarnos y por si nos viene el sueño, lo primero que vi fue: Mírale en este cuerpo y vi aquel cuerpo débil, maniatado amordazado, asustado, esclavizado…y Él me machacaba en mi interior “MÍRAME EN ESTE CUERPO”.

Vi también dos brazos alargados, con dos manos sucias, manchadas de sangre. Uno pagando el fruto de su pecado, otro recogiendo el sucio dinero, la libertad de una criatura inocente, el sufrimiento y la angustia de tantas madres que les han secuestrado, les han robado a sus hijos.

En el siglo XXI sigue existiendo la esclavitud. Nos horrorizamos de la vida de los esclavos que a veces vemos en las películas, pero la esclavitud actual, lo supera con creces.

Esas criaturas son seres humanos, como tú y como yo, pero…se les ha robado su libertad, su dignidad, su vida, sí su vida, ya que muchos de ellos mueren porque su cuerpecito no resiste las barbaridades de esos “seres monstruosos” que los tratan, como cualquier niño jugueteando con su juguete hasta destrozarlo…

Mis sentimientos en la oración fueron de encararme con el Señor y decirle ¿por qué no se mueren ellos y no las criaturas? Si de mí dependiera… Pero otra vez Él tocó mi corazón y me hizo comprender la misericordia infinita de Dios, tal como El  nos dice en el Evangelio “No quiero la muerte  del pecador, sino que se convierta y viva”. Sí Señor, tu misericordia es infinita, sin límites. Ten misericordia de las víctimas, de los verdugos y de mí.

Más que en cualquier crucifijo hecho por manos humanas, quiero verte en el rostro del que sufre, del pobre, que es imagen tuya, desfigurada, pero imagen tuya.

Quiero ayudarles con mi oración y cuando me venga alguna dificultad, la acepte y lo ofrezca por tantos Josés y Marías que esperan su salvación.

Hna. Petra Trigueros, cmt