En el Centro de Espiritualidad Santa Teresa de Jesús. Desierto de las Palmas, Benicàssim, Castellón, el pasado fin de semana (29 a 31 de marzo) nos reunimos 34 personas -laicos, MILPAs y hermanas CMT-llegadas desde Barcelona, Tarragona, Valls, Paterna, Castellón, Crevillente, Elche, Callosa, Orihuela, Zaragoza, Castellón y Madrid.

Las charlas formativas bajo el lema Ser y formar familia con Francisco Palau llegaron de la mano de la crevillentina, Hna. Josefa Pastor Miralles, cmt. Como ya nos tiene acostumbrados, con un lenguaje cercano y magistrales ponencias nos ofreció las claves para situar el concepto de familia hoy, haciendo un recorrido histórico del concepto, pasando por el sentido de familia desde el texto bíblico y el cristianismo hasta el acuñado término “familia palautiana” que nuestro Padre Fundador – Francisco Palau- se encargó de establecer entre sus hijos e hijas, en la Escuela de la Virtud y entre todos aquellos que de un modo u otro atendió a lo largo de su vida.

La Hna. Josefa supo transmitir que el deber educativo de la familia es primordial en la Iglesia de Comunión. Ante todo, debe prevalecer el testimonio de vida. La santidad es la vocación universal de los bautizados y el primer lugar dónde proyectarlo es en la Familia. Cambios sociales nos permiten agrupar y aceptar nuevos modelos de familia. El concepto FAMILIA se puede definir hoy como aquellos espacios donde el individuo se siente cuidado, acogido, protegido sin necesidad de tener vínculos o relación de parentesco. Es el primer núcleo en el que aprendemos a relacionarnos. La inseguridad en el ámbito familiar nos puede hacer personas vulnerables. Hemos de luchar para que la familia permanezca fuerte y no se destruya. Imponer en la familia nuestros principios personales no siempre resulta la mejor opción. Es indispensable que en la familia se den unas condiciones sin las cuales no existiría: confianza, sinceridad, respeto, diálogo y lo más importante es el AMOR. Sin amor no hay familia. No se puede edificar IGLESIA.

Dentro de las dificultades Dios viene a la familia revelando y proponiendo las exigencias concretas de su participación en el amor de Cristo con su Iglesia de acuerdo con la particular situación familiar en que se encuentran. La familia al igual que la Iglesia debe ser un espacio donde el evangelio es transmitido y desde dónde este se irradia. Por tanto, no hemos de olvidar la gran misión de la Familia que es la Evangelización. Y tampoco hemos de perder de vista que existen múltiples situaciones familiares que requieren atención pastoral personalizada para no faltar a la justicia y a la caridad.

El P. Palau  supo discernir que en el don eucarístico del AMOR (CARIDAD) la familia cristiana haya el fundamento y el alma de su comunión y de su misión. La Comunión/Eucaristía hace de todos los miembros de la familia un ÚNICO cuerpo dirigido a una misma MISIÓN.

La eucaristía promueve y potencia las relaciones y reconciliación en familia. La comunión familiar exige una pronta y generosa disponibilidad, comprensión, tolerancia, perdón y reconciliación. No hay que presentar la Eucaristía como precepto, señaló la Hna. Josefa, sino esencializando, en su dimensión eclesial, misionera, de comunión, de edificar familia y construir Reino de Dios.

Los momentos orantes, dinámicas y celebración fraterna corrieron a cargo de la Hna. Manoli Delgado, cmt. En ellos pudimos invocar al Espíritu Santo en el “silencio” y en la “naturaleza” -singular regalo de la Creación- que en la Ermita de los Desamparados cobra una especial significación.  La lectura reflexiva y meditada del Evangelio Jn 14, 21-27 nos aportó calma, serenidad y momentos de encuentro. “El Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy”. Mediante una dinámica que se iniciaba con la reflexión personal pudimos analizar algunos apartados de la Carta Apostólica Amoris Laetitia. “La Alegría del Amor” centrando la atención en aquellas ideas que nos parecían prioritarias y marcándonos desafíos en nuestra vida familiar. El sábado por la tarde desarrollamos por grupos una dinámica al aire libre a partir de unos itinerarios de oración con escritos palautianos. Concluíamos la Jornada en la capilla de San José. La Vigilia de oración nos dio la oportunidad de encontramos con el Santísimo Sacramento del Altar y en adoración le presentamos nuestras vidas, las de nuestros seres queridos y aquellas necesidades que creíamos más urgentes en la gran familia de la Iglesia.

Los Padres Carmelitas estuvieron disponibles para administrar el sacramento de la reconciliación y celebraron las Eucaristías de sábado y domingo. Y el Padre Sebas no descuidó ni un detalle para que nuestra estancia fuese placentera desde el mismo instante en que llegamos hasta nuestra partida.

A todos ellos les agradecemos un fin de semana INOLVIDABLE de encuentro personal, familiar y en Iglesia de prójimos.

 “Yo deseaba como todos, amar y ser amado, amar y ser correspondido en mi amor”

(Francisco Palau, Mis Relaciones 8, 21)

 

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