Las insignias de las Jornadas Mundiales de los Jóvenes recorren todos rincones del mundo. Esta vez, la Cruz de la JMJ y la imagen de la Virgen que le acompaña visitaron Aspe, un pueblo vecino de Novelda, Alicante (España). Algunas hermanas de la comunidad “Santa María Magdalena”, situada en este pueblo alicantino, se desplazaron la tarde del sábado día 18 de septiembre de 2021, para acompañar la oración y vía crucis con los jóvenes. Así es como nos llega esta pequeña reseña de la pluma de h. Anuarite Kulondwa, que nos quiere compartir algo de esta experiencia.

Con la ocasión de los preparativos de la jornada mundial de la juventud que se celebrará en 2023 en Lisboa, la tarde del sábado 18 de septiembre 2021, nuestra   diócesis de Alicante ha tenido el privilegio de recibir la visita de la Cruz y del icono de la JMJ en la Basílica “Nuestra Señora del Socorro” en Aspe, acompañada con un grupo de jóvenes, dispuestos a seguir a Jesús crucificado y entregarse totalmente a Él.

Fue un momento de oración y adoración delante de la Cruz, acompañado de algunos testimonios de fe de jóvenes, que han estimulado a muchos a emprender el camino de servicio y entrega incondicional a los demás, al ejemplo de Jesús.

Los jóvenes no solo son el futuro de la Iglesia, sino también su presente. Dios ama a cada uno de ellos, sea como sea, y confía infinitamente en ellos.

La cruz es el símbolo del amor de Dios, de la entrega total de Jesús a la humanidad. Para responder a este amor, los jóvenes estamos invitados a construir una fuerte relación de amistad con Jesús, ser sus testigos y amigos auténticos, capaces de abandonar el miedo, para entregarse al servicio de nuestros hermanos que sufren, ayudarlos a llevar su cruz con fe y esperanza.

Nos toca abandonar nuestras preocupaciones personales, para atender a las necesidades de los están a nuestro alrededor.

Nuestro testimonio de vida es necesario en medio de este mundo, lleno de egoísmo, de violencia, de injusticia. Para ello, tenemos que abrazar, venerar, adorar la cruz que nos dio vida; tener siempre hambre y sed de Dios, ser compasivos con los que sufren.

Por fin, como dice el papa en su exhortación apostólica Chistus Vivit, dirigida a los jóvenes: “¡Él vive y te quiere vivo! Es tiempo de ponernos en camino, fijando nuestra mirada en la cruz salvadora de Cristo.