La Comunidad de Carmelitas Misioneras Teresianas, insertas en el Actur, Zaragoza, comparten con nosotros la celebración de Bodas de Oro de su párroco, dando gracias por su servicio y dedicación a la Iglesia.
«Yo [habla la Iglesia] soy la parroquia, yo soy la diócesis, yo soy la Iglesia romana.» (MR 9,33)
Celebración del 50º aniversario de sacerdocio de nuestro párroco Manuel Liarte
Somos cuatro comunidades: San Andrés, San Jorge, N. Sra. de la Esperanza y Espíritu Santo, una sola Parroquia «comunidad de comunidades» donde podemos vivir la fe y ser testigos de nuestro compromiso evangelizador: la solidaridad, la comunicación de bienes, la corrección fraterna, la formación espiritual y la pastoral; juntos nos sentimos evangelizados y evangelizadores.
Nuestra comunidad del Espíritu Santo, ya se definió, desde la asamblea de su fundación como comunidad abierta y acogedora, misionera y orante, alegre y cercana, celebrante y caritativa. A estas opciones se añade su docilidad al Espíritu Santo. Cuenta con diversos equipos parroquiales: catequesis, grupos de postcomunión (los ÑACS), vida y fe, Cáritas, pastoral de la salud, vida ascendente, círculo del silencio, acogida.
Las Carmelitas Misioneras Teresianas estamos insertas en este proyecto de Iglesia diocesano-parroquial, actuando desde la disponibilidad y sencillez, ayudando a crear comunión, siempre alertas a nuestra misión, que como nos dice nuestro fundador, Francisco Palau, ocd, no es otra que revelar la belleza de la Iglesia a los hombres para que la conozcan y la amen: Te he escogido a ti para revelarme al mundo. (MR 6,2) y para que reveles mi belleza a los hombres. (MR 8,38).
El día 29 de octubre 2022 nuestro párroco Manuel Liarte ha celebrado su 50º aniversario de sacerdocio. Allí hemos estado todos acompañando su acción de gracias al Señor por estos 50 años de gracia y entrega sacerdotal. Los textos que ha elegido para la Eucaristía: Ez. 34,1-7; 2Tim, 1-19 y sobre todo el testimonio de Pedro, Jn 21,15-19, hablan con elocuencia de su vida ejemplar y de entrega. Manolo es un sacerdote de corazón bueno, es uno de aquellos pastores «amigos» que se dan sin condiciones, a tiempo perdido.
La preparación de la parroquia, la Eucaristía, el piscolabis celebrativo al final a la entrada del templo, en la calle, han sido unos momentos especiales en los que un grupo de creyentes junto a su Pastor nos dejamos querer y nos lo decimos con la alegría experimentada del «encuentro fraterno».