Francisco Palau nos presenta a la María como ejemplo de un amor que tiene preferencia por los más débiles, pobres y marginados.

Él escucha a la Iglesia que le dice:

“María, Madre de Dios, tipo perfecto y acabado de la Iglesia universal viene después de mí a tu corazón ya dispuesto” para preocuparte por los pobres y marginados de la Iglesia (cf. MR 9,11).

La “oración es el trato íntimo, amigable y familiar que el hombre tiene con Dios”. Así lo expresa Francisco Palau en sus escritos, (Catecismo de las Virtudes 18,33) y nos dice que para disponernos a orar nos basta realizar un gesto de amor muy sencillo y simple; por ello, para prepararnos interiormente y haciendo eco a sus propias palabras, cantamos:

Para orar, te basta un gesto de amor muy sencillo y muy simple, es querer lo que Dios quiere, no querer lo que no quiere, es abrirle el corazón, y ofrecerse a cuanto exija y disponga de ti (Cta 42). 

A lo largo de su vida María acude a su Hijo, rogando por las necesidades de sus otros hijos. El ejemplo más claro es el de Caná de Galilea donde obtiene de Jesús que convierta el agua en vino, para socorrer las necesidades de unos recién casados. Y con sus ruegos logró que Jesús adelantase la hora de manifestarse al mundo como salvador y que sus discípulos creyeran en Él.

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