En nuestra Residencia “Santa Teresa” de Valls, celebramos con solemnidad la fiesta de nuestro Fundador, el Beato Francisco Palau.

El día 7 de noviembre se inició con una Eucaristía concelebrada por Xavier Piqué, claretiano, Mosén Francés Manresa y Mosén Josep Caballero, ambos sacerdotes diocesanos, residentes. Resultó entrañable, animada con cantos palautianos. Presidía delente del altar la estatua erguida de Palau, bellamente adornada. Estaba también iluminado el cuadro en relieve del Padre y sus obras, tan logrado y digno de contemplar. La Eucaristía concluyó con el himno “Salve Francisco”.

Después de la celebración todos fuimos invitados a la cafetería donde seguimos festejando el día con un refresco. Allí fuimos sorprendidos por una parodia palautiana. Se hizo presente el mismísimo Padre Palau, bajado del cielo, con su hábito de Carmelita. Nos hizo participar de un pequeño recorrido histórico narrando su paso por la tierra.

Su amor entrañable a la Iglesia por quien vivió y murió. Nos dijo cómo salió al paso de las necesidades de su Amada (que así llamó a la Iglesia). Su recorrido y andanzas para evangelizar donde podía y como podía. Su pasión y entrega a la sociedad tan dañada en aquel entonces. Su obra fundacional de la Escuela de la Virtud, truncada en tan breve tiempo, su destierro a Ibiza, etc…

Urgido por tanto trabajo y necesitado de ayuda, tras pasar por Ciudadela, donde en la Catedral recibió una Gracia-Misterio y realidad, se decidió llevar a cabo la obra acariciada años ha: fundar una Congregación. Así nacimos las Carmelitas Misioneras Teresianas. Abría escuelas, atendía a los enfermes, siempre bajo su dirección espiritual. Por fin, contagiado por los apestados de cólera, murió en Tarragona.

La vejez y la enfermedad, dijo a los residentes, son cruces que debéis llevar con paciencia. Quereros mucho, que el amor alivia. Que le gustaba la tertulia entre ellos, amigos y familias. Concluyó diciendo que casi se pasa de la Residencia pensando que era un hotel de cinco estrellas, con la puerta tan “chuli”que se ha puesto.
Agradeció al Equipo Directivo, trabajadores todos, y a sus Hijas, dando a besar la Cruz que llevaba y entre aplausos y ¡Visca el Pare Palau! se marchó.

Todos quedaron muy contentos y agradecidos por el buen rato que pasamos e hicimos pasar. El Padre Palau marchó emocionado de ver con qué atención le escuchábamos.

La Comunidad de Valls