III ENCUENTRO DE LA FAMILIA PALAUTIANA

CLAUSURA DE LOS ACTOS CONMEMORATIVOS DEL 150 ANIVERSARIO 

DE LA PRESENCIA DEL CARMELO PALAUTIANO EN EL VENDRELL

¡Buenos días a todos y bienvenidos, benvinguts, ongi etorri, bem vindos a este III Encuentro de la Familia Palautiana! Como sabéis, en esta ocasión, lo hemos querido hacer coincidir con la clausura de los actos conmemorativos del 150 aniversario de la presencia del Carmelo Palautiano en el Vendrell!

Permitidme que comience este saludo, que os dirijo en nombre de las hermanas del Equipo de Animación y Gobierno de la Provincia de Europa, citando el fragmento de una carta que el P. Palau escribió unos años antes de fundar aquí, en esta noble villa, capital del Baix Penedés.

“Veo yo una cosa y es que Dios, como buen padre, me conduce por la mano y me guía por donde Él quiere. Y de ahí es que iré donde no sé y marcharé por allá donde no querré. Dios sabe cuán bien dispuesto estoy para servir a su Iglesia y que en asuntos de su gloria, todo lo veo llano y fácil. Él sabe en cuán poco tengo mi vida y mi reposo y cuán desprendido estoy de todo consuelo humano y celestial. Y porque conoce Dios en esto mi generosidad, no me abandonará, sino que me guiará por donde le plazca. Yo ando seguro, fiado en los cuidados de su paternal solicitud” (Carta 56).

Efectivamente, querida familia palautiana, Dios, como buen padre, condujo por la mano a Francisco y trajo hasta aquí a los hermanos en 1868 y a las hermanas en 1869, “para servir a su Iglesia”. Y gracias a esa iniciativa de Dios, hoy podemos asistir a este encuentro familiar para disfrutar, recordar y agradecer. Creo que a lo largo de este día la palabra clave y la que brotará con más frecuencia de nuestros labios es “GRACIAS”. Aunque más tarde, en la parroquia, celebraremos la acción de gracias por excelencia que es la Eucaristía, no está de más que estas palabras de bienvenida se conviertan también en un breve, sencillo y sentido manifiesto de gratitud.

Empiezo, por tanto, dirigiendo mi agradecimiento al protagonista por excelencia de esta historia iniciada hace más de 150 años: a Dios, Padre bueno, Padre de esta familia palautiana, que conduce nuestras vidas y nos guía por donde le place; a Dios que encendió en el P. Palau la pasión y la obsesión por la Iglesia, por servirla de mil maneras y con todas sus fuerzas; a este Padre bueno que va conduciendo a todos sus hijos e hijas por el camino que lleva a Casa.

GRACIAS, en segundo lugar, al P. Palau que en marzo de 1869 envió al Vendrell al hermano José Padró, para organizar un colegio de niños a petición del rector, Mosén Josep Ildefons Gatell, y que un año más tarde, concretamente el 27 de noviembre de 1869, acompañó a las dos primeras hermanas, Mª Dolors Rovira Quintana y Rosa Bosch Santacreu, para atender a los enfermos del Hospital de la Vila. Su intrepidez, su capacidad de riesgo, y sobre todo su amor a la Iglesia, le animaron a llevar a cabo estos dos proyectos fundacionales en tiempos de revolución y de fuertes conflictos sociales. Probablemente es en esos momentos cuando, ayer y hoy, la presencia de la familia del P. Palau, experta en comunión y en tender puentes, puede ser más necesaria y significativa.

GRACIAS, als Germans Carmelites de la Ensenyança, que durante 68 años y en cuatro lugares diferentes, se entregaron en cuerpo y alma, a la misión de educar a generaciones de alumnos de todas las condiciones sociales. Ya en su época se esforzaron por ser innovadores y trataron de poner al alcance de todos los vendrellencs, la oportunidad de acceder a unos estudios integrales, que propiciaban el uso de los idiomas y de la música. Vienen a mi memoria agradecida los más de veinte hermanos que pasaron por el colegio y, de un modo especial, los tres que sufrieron el martirio en agosto de 1936: Manuel Almanzor Escudero, David Masdeu Poblet y Joaquín Rami Goatas.

GRACIAS, a las hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas, que empezaron su andadura en este pueblo al lado de los más necesitados, en momentos repletos de revueltas, de hambre y carencias de todo tipo, incluida la asistencia sanitaria.

Nuestra historiadora, la hna. Josefa Pastor, afirma que “la historia de las CMT en El Vendrell se ubica, en la génesis y primer desarrollo, entre el sector más sencillo y necesitado de la población. Las Carmelitas fueron desde su comienzo: hermanas en el pueblo y para el pueblo”[1] Primero en el Hospital de la Vila, después en el Hospital Asilo del Santísimo Salvador, más tarde en el Hospital Municipal y finalmente y hasta el 3 de diciembre del 2000 en la Residencia La Muntanyeta. En todos estos centros, y también en los domicilios, las hermanas cuidaron con ternura y valentía al Cuerpo de Cristo llagado y crucificado.

Confieso que, días atrás, mientras leía algunos apuntes de nuestra historia, me emocioné ante la actuación heroica de las hermanas durante las epidemias de cólera (en 1885 y 1911) y de la gripe (en 1918). Concretamente en la epidemia de 1911 vinieron a apoyar a la población 25 hermanas de Tarragona, 25 “heroínas anónimas” como las llamó en su momento Ramón Vidales. Permitidme que os lea este fragmento escrito por él en la Revista Feminal de Barcelona:

“…Una vez más ha quedado manifiestamente demostrada la abnegación, el altruismo, de estas heroínas anónimas conocidas con el nombre genérico de “Hermanas Carmelitas”, y que el pueblo, con su buen instinto, llama “de la Caridad” (…). Voluntariamente se ofrecieron para cuidar los atacados de enfermedad contagiosa.

(…) Anónimas, desconocidas, llegan al Vendrell las santas mujeres de la Caridad, con la tranquilidad y serenidad de quien va a cumplir una obligación sagrada; y con la misma serenidad y tranquilidad han marchado de la ciudad, terminado su santo ministerio, anónimas y desconocidas de los vendrellenses, que no por ello dejarán de recordarlas, venerarlas y admirarlas para siempre”.

¡Qué orgullo contar con hermanas valientes, generosas, intrépidas, capaces de arriesgar la propia vida! Hermanas como Joaquina Martí Pavía que, en 1885, a los 23 años de edad moría contagiada; o como Anita Carbonell Zamora, a los 24 años, en la epidemia de 1918.

GRACIAS, a las hermanas que, desde los orígenes, supieron responder a la demanda de educación para los hijos de madres trabajadoras con pocos recursos económicos, habilitando una sala en el Hospital de la Vila. Más tarde continuaron con esta labor educativa en unas dependencias del Hospital Santísim Salvador, y de ahí se trasladaron a otras ubicaciones, hasta llegar en 1927 al lugar donde nos encontramos ahora. Los cambios de sede del colegio, e incluso de nomenclatura, responden entre otras cosas al esfuerzo constante de las hermanas por adaptarse a las demandas sociales, por integrarse en la realidad local, y por mantenerse fieles a la misión de educar con un estilo y unos valores propios: los que se desprenden de nuestro ADN cristiano y palautiano, evangélico y eclesial.

GRACIAS, a la comunidad CMT que vive actualmente en Vendrell, animada por la hna. Francisca Fernández, y a toda la comunidad educativa del colegio Sagrat Cor, que cuenta hoy con Mª José Muñoz como representante de la titularidad. Gracias, a todos y a cada uno, por vuestra dedicación constante y vuestros esfuerzos diarios por mantener, 150 años después, bien encendida la antorcha de la misión palautiana. Muchas gracias también por vuestra implicación, a lo largo de todo el año, en la organización de todos los actos conmemorativos de esta gran efeméride. Un agradecimiento especial, a Magda Nogués.

GRÀCIES, a tots els vendrellencs, a les autoritats civils i religioses, a tota la gent d’ aquest poble noble i lluitador, per la vostra acollida, per l’ oportunitat de col.laborar amb vosaltres en la construcció d’ una societat més humana, més fraternal, més acord amb el somni de Déu.

Quiero terminar dando las GRACIAS a la Comisión encargada de preparar este III Encuentro de la Familia Palautiana (Hna. Mª Asunción Caminero, Hna. Francisca Fernández, Hna. Mª Teresa Mateos, Mª José Muñoz, Magda Nogués, Elena Pascual y Ainhoa Mena). Vuestro esfuerzo y vuestra generosa implicación en las mil tareas que conlleva organizar un evento de este tipo, ha hecho posible que hoy podamos disfrutar de un inolvidable día de fiesta.

Y GRACIAS a todos vosotros, FAMILIA PALAUTIANA, que os habéis desplazado desde diversos lugares de la geografía peninsular, para VENIR A COMPARTIR. ¡Disfrutad de este III Encuentro y aprovechad la oportunidad de seguir estrechando vínculos, entre nosotros y con ese buen Padre que nos cuida y guía! Sí, por cierto: ¡Cuán bien cuidado está el que se fía de Dios! (Carta 56).

De nuevo ¡BIENVENIDOS! y muchas gracias por vuestra atención.

El Vendrell, 9 de noviembre de 2019.

 

Mª del Rosario Pérez Payá

Animadora Provincial

 

[1] Josefa Pastor, Historia de la Congregación de Carmelitas Misioneras Teresianas, Vol III, p. 2246.

 

La foto de la portada prestada de la página web de nuestro colegio de Elche. Para más imágenes, ver El fotoreportaje de la Jornada