Inesperadamente llegó para nuestra querida Hermana Francisca Gual la hora de partir de este mundo. Es el misterio de la vida eterna, depositado en nosotros como una semilla desde el Bautismo, y que pide ser acogido en el viaje de nuestra vida, hasta el día en que devolvemos el espíritu a Dios Padre. Nuestra vida está en cada instante en las manos del Señor.
Un recorrido por su vida
Nació el 1 de abril de 1933 en La Riera (Tarragona); profesó el 15 de noviembre de 1958 en Tarragona, donde hizo un año de juniorado.
Vivió la dimensión misionera de nuestra Congregación con disponibilidad, en todos los lugares donde la obediencia la envió: Les Borges del Camp fue su primer destino, luego la comunidad de la Residencia de Valls, donde dio clases en la Escuela Nocturna para personas adultas. Colegio de Amposta con párvulos, en Crevillente, El Vendrell, San Lorenzo Savall, guardería de Irún, Colonia Güel, colegio de Tarragona, como educadora y excelente pedagoga.
En 1990 es enviada a Atotonilco de Tula (México), para trabajar en pastoral parroquial con los más pobres y en 2007 a Lázaro Cárdenas (México), en pastoral con niños y familias necesitados. Hna. Francisca anunció el Evangelio a todos, pero con ternura y compasión especial a los marginados. Su servicio no fue simplemente un acto de caridad, sino también un encuentro con Cristo mismo en los pobres.
En 2012 regresa a España y es destinada a la comunidad “Ntra. Sra. del Carmen”, Casa Madre, Tarragona, donde ha seguido trabajando en catequesis de postcomunión en la parroquia “San Fructuós”, y en la residencia Sanitas de personas mayores, llevando incansablemente el amor de Cristo a las personas en las que encontró a Cristo, hasta el último día en que el Señor la llamó junto a sí para siempre.
Por su convivencia fue sembradora de paz, siempre atenta para alegrar a la comunidad, con su ingenuidad y buen humor, disponible y creativa para ambientar los tiempos litúrgicos y las fiestas con murales apropiados, responsable en los pequeños servicios a la comunidad. Por su sencillez, supo granjearse el cariño de cuantos la conocieron.
Desde tu nueva morada, intercede por nosotras.