Breve recorrido por su vida
Nuestra Hermana Mª Concepción Martínez Ciruelo nació en Madrid el 2 de diciembre de 1933 fue bautizada el 6 de diciembre de 1933 en la Parroquia San Millán de Madrid-Alcalá.
El 1 de mayo de 1957 ingreso al postulantado en Tarragona, vistió el hábito el 14 de noviembre y profesó el 15 de noviembre de 1958
Es hermoso mirar el pasado y ver la huella que ha dejado nuestra hermana Concepción, siendo testigo con su vida, de ese Dios que es Padre, que nos cuida y atiende a sus hijos. Misionera de pies a cabeza y amante de la vida interior, se dejaba buscar y encontrar por Dios, pero no un Dios separado de la humanidad, sino por Cristo Cabeza y Su Cuerpo moral que es la Iglesia. “Mi vida es la vida de la gente” decía y también “La oración siempre tiene que terminar en acción” y “Somos y damos lo que de Dios llevamos”
En diferentes lugares de Argentina y Bolivia (y también en España) tuvo la dicha de poder desplegar su ardor misionero: no escatimaba esfuerzo alguno, para llegar a todos los hermanos. Le preocupaban sobre todo los más pobres, los enfermos, los niños, los marginados, los que no conocían todavía el Evangelio… para que como ella también decía: “Vivamos la presencia de un Dios que está enamorado de la belleza y la bondad, que El ve en nosotros, aunque nos resistamos a creerlo”. Esa belleza es El mismo.
Como auténtica misionera, experimentó el consuelo de sentirse auténticamente pobre, al nivel de la gente que había ido a instruir y evangelizar. También en esta casa nos lo demostró, nunca quiso nada superfluo.
Alma Eucarística, halló en Jesús Sacramentado los valores espirituales que dieron calor y sentido a su vida. Hasta los últimos días de su vida bajaba ante el Sagrario de la Capilla de la Comunidad San José de Palencia, cada tarde, no fallaba. Aquí saciaba su sed de Amor que abrasaba su corazón y se unía a EL para cumplir la Voluntad del Padre.
Pronto la enfermedad se hizo presente en ella. En los últimos años lo ha pasó muy mal, sufrió con fortaleza y en silencio, de manera ejemplar. Acompañándola, también hemos podido comprobar la presencia del Señor que siempre está con nosotros y mucho más en nuestros sufrimientos.
Damos gracias a Dios por cuanto ha hecho en ella y a través de ella, también por el cariño y amistad compartidas. Juntas hemos pasado ratos felices y también momentos de lucha y de sufrimiento por su dolorosa enfermedad. La fe nos dice que ya está gozando de Dios para siempre. En ella se han hecho ya realidad tus palabras: “el que cree en mi aunque haya muerto vivirá” y “venid benditos de mi Padre entrad en el Reino preparado para vosotros desde la Creación del mundo… porque cuanto hicisteis a uno de estos pequeños… a mí me lo hicisteis”
Gracias Señor y gracias Hna. Concepción. Estarás siempre en nuestro corazón.