ESCUELA PALAUTIANA DE LA VIDA. CARTA 33

Sucede que hoy, día 20 de marzo (dado que el día 19 caía en un domingo de Cuaresma) la Iglesia celebra la Solemnidad de San José, Esposo de María. Para quienes no lo sepan, el Padre Palau también tiene algo que decir sobre él. La hermana Aleksandra nos introduce a la lectura de una carta suya.

Con palabras llenas de calor y devoción, Francisco anima a los amigos que se quedan en Barcelona a celebrar la fiesta de San José con la intención de pedirle que vuelva a traer a su lado a su Esposa, María, Nuestra Señora de las Virtudes, en la Escuela y en la Iglesia de San Agustín, donde la Escuela de Virtudes celebraba sus sesiones. Palau creía firmemente que María, como esposa obediente, seguiría la menor insinuación de José y así volverían a estar juntos, y la Escuela de Virtud reanudaría sus actividades. Ese era su sueño, su esperanza, sus expectativas y la confianza que ponía en la protección de San José.

Debo admitir que personalmente no soy devota de San José. En realidad, no soy una persona devota de los santos. Creo en Dios, y en muy pocas cosas más. Pero últimamente experimento con fuerza lo que fue también la experiencia de Santa Teresa y de Palau, a saber, que San José es un gran protector, y que puede resolver problemas que parecen imposibles, humanamente hablando. Creo que a partir de ahora tengo un poco más de fe en él. Los lazos que José compartió con Jesús y María en la tierra continúan en el cielo, y por eso acercarse a José es a veces la mejor manera de “hacer que Jesús escuche nuestras oraciones”. No lo sé, pero espero que San José siga protegiendo y defendiendo la vida de Jesús en mí. En los momentos de dificultad, cuando me encuentro con un muro que sólo se puede saltar milagrosamente, imploro la ayuda de San José y debo reconocer que él sabe encontrar el camino. Así pues, sigamos celebrando la fiesta del esposo de la Reina de las Virtudes, porque él es el mejor intercesor.

 

A D. Agustín Mañá: Barcelona
Palma de Mallorca, 23 abril de 1856
J. M. J.

1. Apreciable amigo: Recibí su última y le contesto hoy por causa de los bancos y demás efectos de la Escuela. Sin duda alguna causarán a la obra embarazo y tomando de aquí motivo, pueden decirnos que no pueden guardarlos por más tiempo. Para este caso es preciso estar prevenidos.
Siempre era un proceder no leal el destrozarlos y convertirlos en otros objetos sin consultar al menos la autoridad eclesiástica. Me alegro se haya arreglado esta cuestión amistosamente bien o mal. Para tales casos conviene, me parece, salgan Vds. diciendo los están debiendo y que es propiedad particular, no sea fuesen también desamortizados y, quitada la mortaja, los volvieran vivos a sus usos.

2. He sabido con satisfacción que cuidan en San Agustín de Sta. Teresa y de San José. Si los compromisos no me hubieran retraído, lo que yo hubiera propuesto, hubiera sido arreglar el altar de San José de modo que con el esposo estuviera la esposa Ntra. Sra. de las Virtudes. Esto lo he pensado muchas veces y para que la Escuela en caso de no volver a funcionar hubiera dejado una señal exterior de su tránsito en dicho templo, hubiera ordenado un altar a nuestra maestra, con lo que los alumnos hubieran podido continuar bajo otra forma funcionando. A no haber subido al candelero las negras antorchas que oscurecen el hemisferio, lo hubiera propuesto, pero creo no es el tiempo propicio. No obstante creo que la idea que habéis tenido y que habéis puesto en obra ha sido inspirada por el cielo y tal vez es el preludio de la restauración a su tiempo. Hace días me ocupa en la oración el proyecto que realizáis. Continuaré en ella pidiendo a nuestra celestial maestra nos aclare sobre este asunto.

3. La Escuela de la Virtud ¿volverá a funcionar? y vos, señora, que sois norma, modelo, espejo, apoyo y firme sostén de las virtudes ¿volveréis a Barcelona? Esta es la cuestión que no olvido en mis oraciones. Puesto que los discípulos de María no se dan por vencidos ni derrotados ya que persisten en su tema, ¿podría la Escuela reorganizarse cambiando sus nombres y adoptando en sus funciones una forma acomodada a los días de su prueba y a tiempos malos y de tempestad? En estas preguntas he pasado algunos ratos durante las fiestas que esta ciudad ha hecho (es devotísima de San José) al esposo de la Madre de Dios. Combinaré un plan de restauración acomodado a las circunstancias y, si el cielo lo inspira y aprueba, os lo comunicaré.

4. Entretanto continuad festejando al esposo de la Reina de las Virtudes. El mandará a su mujer y esposa que vuelva y que venga a compartir con él los cultos que le dais y ya se supone que una esposa tan obediente como nuestra celeste maestra obedecerá a una leve insinuación del buen José. Instad pues a José y él será el mejor mediador. En un mismo altar podrían muy bien estar los dos: marido y mujer, esposo y esposa, María y José, y aún en medio cabría su hijo el Niño Jesús. Y si no se ponían los tres en una misma pieza, podría estar el Niño al primer piso, la madre al segundo y el padre al tercero. Y si reunidos en el salón quisieren recibir juntos nuestras oraciones y votos, los adoraríamos a los tres en un mismo sitio, ¿no es verdad? Entretanto obsequiarle a él solo. No me acuerdo si el Niño está con el padre o con la madre o si va y vuelve del uno al otro sin barca ni vapor. En otra carta más bien digerida en la oración que no ésta volveré a hablar de esta materia.

5. Salude de mi parte a su hermana. Como sacristana benemérita y camarera de nuestra princesa reclamará gracias, las que se han concedido a sus compañeras; si las reclama, se las enviaré. Me alegro tengan los dos salud. Dios se la conserve y disponga de este su affmo. amigo s. s. y padre,

Francisco Palau, Pbro.