Día cuarto
𝗦𝗼𝘆 𝗹𝗮 𝗩𝗶𝗿𝗴𝗲𝗻 𝗖𝗮𝗿𝗺𝗲𝗹𝗶𝘁𝗮𝗻𝗮, 𝘀𝗼𝘆 𝘂𝗻𝗮 𝘃𝗶𝗿𝗴𝗲𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝘀𝘁á 𝗰𝗼𝗻 𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗲𝗻𝗶𝘁𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗲𝗻 𝗹𝗼𝘀 𝗱𝗲𝘀𝗶𝗲𝗿𝘁𝗼𝘀.
Palau encontró en la soledad y el silencio una experiencia íntima con Dios, con la verdad más profunda de él mismo, miedos, dudas, sueños, anhelos y con la realidad de su Cosa Amada la Iglesia. Podemos escuchar el susurro de Dios cuando acallamos los ruidos exteriores e interiores de nuestra vida y así nuestra relación sea personal y cálida desde nuestras profundidades donde se siente la brisa suave que pacifica las agitadas aguas y se unifica mis fragmentos divididos.
Dios mío, tengo sed de Ti, necesito callar, parar, respirar lento y profundo, sentir mis latidos y los latidos de mis hermanos. Dame la sabiduría de buscar siempre esos momentos íntimos y abrazarte en mi pequeñez, en mis incoherencias, en mi oscuridad y secretos, dame paz.