TE INVITO

Muchos este año se preguntan sobre las manifestaciones públicas del 8M: ¿participar o no? ¿Qué hacer en estas circunstancias de la pandemia que no deja de atacar? ¿Cómo visibilizar mi desacuerdo con las injusticias, desigualdades…?

Hay para quienes dichas manifestaciones son pura farándula, hay otros y otras que acuden a dichas marchas porque luchan por su hija, hermana, madre violentada, discriminada, golpeada, abusada, desvalorizada, asesinada…

Quizá para algunos sea solo cuestión de “la política del momento” y dicen no identificarse con ello, pero quizá para muchos otros, la impotencia y deseo que la situación de tantas mujeres cambie, les lleva a participar, a ser voz de tantas muertes silenciadas, porque ven la necesidad de reivindicar los derechos de la mujer.

Por eso, queremos hacer de esta semana, una semana significativa, potente, visible y llamativa, donde cada uno y cada una se sienta protagonista de “manifestarse, de alzar la voz, de luchar”. Quizá no podamos tener eventos tan masivos, pero si que podemos realizar lo poquito que esté de nuestra parte.

Tiñamos nuestras casas, balcones, terrazas, puertas y ventanas, escuelas, negocios, trabajos, etc., de color morado, signo y color de la lucha contra la violencia de género: lazos, globos, carteles, que nuestro vecinos y pueblos vean QUE, EN ESA CASA, EN ESE COLEGIO, QUE EN ESE TRABAJO SE DEFIENDE Y SE PROTEGE LA VIDA DE TODA MUJER, CUALQUIERA SEA SU EDAD, ESTADO O CONDICIÓN.

Recreemos las manifestaciones de 8M y hagamos visible esta causa común. 

En nuestros colegios, dejemos una impronta en la lucha por los derechos de la mujer y la igualdad, trabajemos el tema de una manera creativa.

En nuestras comunidades y familias, generemos espacios de diálogo sobre el tema y revisemos nuestros tabúes, prejuicios e ideas que puedan contribuir a estructuras no inclusivas o opresivas para la mujer.

El cambio lo haremos entre todos y todas, y hacer de este 8M una propuesta diferente, con sentido y profundidad es tarea y desafío para todos y todas.

Usemos estos días para seguir reflexionando y sensibilizándonos en la necesidad de la fraternidad y sororidad por el bien de todos, y en este caso, como camino de dignificar y restituir el lugar de la mujer en la sociedad, pueblos e Iglesia.