“Yo me doy a ti, oh Iglesia santa, en amor, obediencia, castidad y pobreza en fe y esperanza.” (MR9,26)
La fiesta de la Transfiguración del Señor es el recuerdo del Señor manifestando su gloria delante de sus tres discípulos. Este día, el 6 de agosto de 2022, las hermanas Jeannine y Carine, ambas pertenecientes a la comunidad «San José» de Pisa, renovaron su compromiso con Dios y su Iglesia.
En la capilla de la Casa Generalicia, y en presencia de las hermanas de la comunidad «La Inmaculada» de Roma, pronunciaron por tercera vez la fórmula, eligiendo vivir la obediencia, la caridad y la pobreza en la familia del carmelo misionero teresiano.
A la pregunta por los sentimientos que brotan de su corazón y por la motivación de este paso, nos responde la hermana Jeannine:
«Doy gracias al Señor por su amor infinito que me acompaña cada día de mi vida y sobre todo por el don de la vocación que hoy por su gracia y su misericordia renuevo en manos de la hermana Inés Fernández y toda la comunidad: mis votos de castidad, pobreza y obediencia. A ejemplo de nuestro padre fundador que consagró toda su vida al servicio de la Iglesia, Dios y los Prójimos, pido a Dios por su intercesión, acoger su gracia y el Espíritu Santo que me empuja a donarme sin condición por este servicio y buscar cada día su voluntad a la luz de la Palabra. Hacer este camino en la comunidad con las hermanas en la convivencia, hacer visible la presencia de Dios en nuestra diversidad y salir al encuentro de los hermanos necesitados o en la misión que la congregación me confía, poner a Jesús en elcentro de mi vida y acoger su gracia para poder testimoniar su amor y su presencia. Dejarme interpelar por las circunstancias que el mundo está viviendo, dejando que la transfiguración del Señor cambie mi interior y que pueda salir de mí misma y encontrar a los demás, caminar en compañía de la Virgen del Carmen, tipo perfecto y acabado de la Iglesia. Hemos vivido este día con alegría al compartir. Gracias a las hermanas de la casa generalicia que nos acompañan en este momento y nos hacen sentir familia.»
Lo mismo hemos preguntado a la hermana Carine. Además de la cita palautiana que ha escogido este día – “Mi vida es lo menos que puedo ofrecerte en correspondencia a tu amor“ (MR3,2) – nos ha compartido lo siguiente:
«Doy gracias al Señor por el don de la vocación, por su amor y por su misericordia. En la homilía el celebrante ha dicho que celebrar la transfiguración es consolidar nuestra fe en Jesús, el Hijo de Dios. El evangelio nos revela cuál es nuestro final, el mismo destino glorioso de Cristo Jesús. Pero llegar a ese destino es seguir el mismo camino de Jesús, camino de oración, entrega, de la determinación y la cruz. La transfiguración nos ilumina para conocer que Jesús es el hijo amado de Dios. Lo que más nos transfigura es el amor. Él amor gratuito de Dios con nosotras. La frase de nuestro padre fundador me invita a entregar toda mi vida al servicio de la Iglesia – Dios y los prójimos – contemplar a la Iglesia sufriente y a ella hacer una entrega total de mi vida. Que el Señor me ayude a salir de mí misma para saber ver y acoger en el otros la persona de Cristo, estar atenta a las necesidades de los demás, en la comunidad y en la misión. A entender el mundo y a hacerme entender con mi vida. Ha sido un día de la alegría, del gozo y del compartir. Gracias a las hermanas que nos ayudan en la formación y a la comunidad de la casa generalicia. Que María, maestra de oración, me ayude y me acompañe en este caminar.»
A continuación de la celebración eucarística hubo un compartir fraterno, lleno de agradecimiento a las hermanas, de risas, sueños compartidos, y con alguno que otro regalito para las hermanas que una vez más pronunciaron un Sí al proyecto amoroso del Señor, en la familia del carmelo palautiano. Un año más, Dios mediante, del crecimiento en el amor, en la radicalidad del compromiso bautismal.