UN GRITO POR LA PAZ

Enseñen con todo empeño a las almas a orar por la paz. (F. Palau – Lucha del alma)

En cada época, la paz es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido. Existe, en efecto, una “arquitectura” de la paz, en la que intervienen las distintas instituciones de la sociedad, y existe un “artesanado” de la paz que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente. [3] Todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medioambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados”. Así versa uno de los párrafos del  55° Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz que se celebraba el 1 de enero de 2022.

Del equipo provincial de JPIC, se nos comparte la reflexión, que viene a continuación, completada por las diversas voces, deseos de paz, recogidas en el vídeo que le acompaña. Todos estamos invitados a poner nuestro granito en la hermosa misión de restaurar, sanar y  hermosear las relaciones.

Percibimos en nuestro entorno, recién entrados en el nuevo año 2022, una sensación de inseguridad, de miedo y angustia ante las noticias que nos van llegando cuando encendemos la pantalla, y la guerra, el disturbio, el asesinato, el terrorismo, la pandemia, la violencia de género, la pederastia, la locura de algunos políticos, la sangre, la muerte y el dolor  sobrenadan encima de todo lo demás.

El Niño Dios que ha nacido, un año más, llenando el mundo de esperanza, ha de traducirse en el fin de los conflictos bélicos, en esa “tercera guerra mundial a pedazos” que tantas veces ha denunciado el Papa Francisco.

Jesús es “fuente de la verdadera paz”, mientras “vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones” que, “parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos”. “Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas”, advirtió el Papa Francisco en la bendición “Urbi et Orbi” en el inicio del año día de Santa María, Madre de Dios, jornada de la Paz.

En su mensaje más político, el Papa Francisco subrayó cómo “también en el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la  complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y beneficios compartidos y duraderos.

El Papa en sus palabras en el ángelus del primer día del año nuevo elevaba la siguiente súplica: “Niño Jesús concede paz y concordia a Oriente Medio y al mundo entero; consuela al pueblo afgano, que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que obligan a muchos a dejar el país. Mira Myanmar, Ucrania, con riesgo de sufrir “las metástasis de un conflicto gangrenoso”, y Etiopía, que busca “reconciliación y paz”. “Escucha el grito de los pueblos de la región de Sáhel, que padecen la violencia del terrorismo internacional” y también al Norte de África, lastrado por las “divisiones, el desempleo y la desigualdad económica, y alivia los sufrimientos de muchos hermanos y hermanas que sufren por los conflictos internos de Sudán y Sudán del Sur.”

¿Será que la paz tan deseada y augurada para éste nuevo año sea sólo una quimera difícil de alcanzar? Seremos capaces los seres humanos de trabajar por lo que nos une,  de crear puentes, de crear espacios de encuentro dónde el diálogo sea la herramienta clave para solucionar conflictos enquistados desde largo tiempo….

Un desafío grande se nos presenta para todos nosotros: crear comunión, anunciar la belleza de la Iglesia, restaurar y vivir abiertas y disponibles para ser sembradoras de paz, de alegría y de fraternidad dónde “el cuerpo moral de la Iglesia esté más llagado”.