Queridos hermanos:
Mi nombre es Santiago Beneito. Trabajo en el colegio Carmelitas de Tarragona. España. A lo largo de mis veintitrés años de experiencia en el centro, muchas han sido las charlas informatives que las Hermanas han realizado acerca de su labor en Filipinas. Básicamente por nuestra parte, la colaboración consiste en el apadrinamiento de niños de la ciudad de Lucena a fin de cubrir sus necesidades básicas.
En un principio mi granito de arena consistía en el apadrinamiento de una niña. Sin embargo, a medida que los años han ido pasando, mi curiosidad ha ido aumentado y mis deseos de observar in situ cuál era la labor de las hermanas.
Por este motivo, este año, solicitando la excedencia de unos meses en mi trabajo, aproveché para desplazarme a la misión de Filipinas.
Si tengo que hacer una valoración de mi estancia, he de confesar que la experiencia ha valido la pena.
En Lucena la labor no consiste únicamente en un programa de “feeding” a un grupo de niños entre tres y cinco años, sinó también hay detrás una labor donde no se olvidan los cuidados médicos (voluntarios), enseñanza de hábitos, clases escolares o educativas ( maestras voluntarias)y apoyo a las familias (trabajadora social). Asimismo en la residencia de las Hermanas, unos estudiantes nativos, en situación de exclusión social, reciben alojamiento y ayuda económica con el fin de que puedan estudiar una carrera. Todo ello sin olvidar el fomento de las vocaciones. Dentro de la misma Ciudad, no hay que olvidar el proyecto de las pequeñas casitas para determinades familias en Saint Dominic (Calumpang,Tayabas). Cabe destacar la labor en la educación y sociabilización de los niños en dicho pueblo sin descuidar la actividad evangelitzadora.
También pude estar unos días en la residencia de Manila, donde otra vez pude experimentar la excelente labor llevada a cabo por las Hermanas, guiando a las jóvenes novicias que quieren enfocar su vida compartiendo las enseñanzas del Padre Palau y Santa Teresa. No podemos olvidar tampoco la contribución a la Parroquia y a toda aquella población en riesgo de pobreza extrema.
Por último visité y compartí experiencias en la isla de Mindanao (Pangantucan, Bukidnon). Básicamente en el colegio de la Parroquia u otros colegios o Institutos Públicos. La labor también aquí se complementa con el apoyo a padres y madres. Mención aparte merece la Residencia de las Hermanas dedicadas a ayudar a las jóvenes en situación precaria.
Seguramente me he dejado de mencionar a mucha gente implicada en su proyecto, que colabora voluntariamente pero a quines el carisma de las Hermanas ha sabido arrastrar hacia la colaboración.
A toda esta comunidad sólo me queda agradecerles la hospitalidad y la acogida
que me dedicaron, sin olvidar que además me dejaron participar en muchas de sus actividades, pudiendo aportar así mi granito de arena a este gran proyecto (clases, visitas, charlas, fiestas,celebraciones).
Y es que como decía el Pare Palau : “ Iglesia somos todos”.
Santiago Beneito
Tarragona, 28 de noviembre de 2019