Hna. Carmen nació en  Vizcaya,  Arcentales,  el 2/11/1923 en el seno de una familia muy cristiana. Perdió a su madre  a los 3-4 años de edad, pero a decir de ella, nunca sintió su falta porque su padre se entregó de tal forma a sus hijos que suplió su ausencia. Fue en la familia donde bebió los valores humanos y cristianos que conformaron su vida.

Ingresó en la vida religiosa a la edad de 17 años, en Tarragona. Allí permaneció desde la primera Profesión hasta los votos Perpetuos, completando su formación para la vida religiosa y apostólica de la Congregación de Carmelitas Misioneras Teresianas. Pronto, sus grandes dotes, empezaron a florecer y los superiores supieron sacar buen partido de tal disposición.

Su primer destino fue Callosa de Segura, donde desplegó una misión evangelizadora-educativa que todavía hoy recuerdan muchas de sus alumnas. Más tarde fue pasando por todos los eslabones de servicio a la Congregación, formadora de junioras en Barcelona, de Novicias en Chile, consejera, animadora local en varias comunidades, Provincial en Madrid y General de la Congregación en Roma, dando lo mejor de sí con gran amor a la congregación y a la Iglesia.

Pero lo mejor de Hermana Carmen ha sido la convivencia diaria con ella. Mujer de fe, alegre, sociable, cercana, culta, amena en  su conversación, amenizando los encuentros con mil anécdotas vividas en diversos  ambientes, destacando siempre la parte positiva del otro, escuchando y dándole  protagonismo y valor.

Los últimos años vividos en las Moradas,  Palencia, han sido de sembrar cordialidad, cercanía y fraternidad. Llevando a cabo la consigna del Fundador “el trabajo de manos”, siempre estaba activa: haciendo trabajos manuales parar las misiones, organizando la biblioteca pulcramente, dando clases de español a las hermanas africanas que venían para tal fin, con la pedagogía que la caracterizaba, también manejaba el ordenador. y estaba al día, con sumo interés, de la actualidad social, cultural y política de la sociedad.  Su clarividencia y buen juicio lo mantuvo hasta el final, lo cual provocó el que muchas personas la visitasen para gozar de su consejo y opinión. Allí, en su comunidad, celebró sus 75 años de vida religiosa el 7 de marzo de 2018, rodeada de hermanas, familiares y  amigos.

Finalmente llegó el cierre de la comunidad de “Las Moradas” y fue ella, Carmen, la que mejor llevo el duelo de iniciar una nueva andadura en otra casa. Ni una queja, ni un gesto negativo cuando no se la ubicó en la Comunidad sino en la residencia. Siempre valorando el trabajo de sus cuidadoras y agradeciendo sus servicios, así que una de las auxiliares  me dijo “Hermana, ¿dónde has encontrado esta joya que nos has traído?”

Hermana Carmen nos deja un modelo a seguir como carmelitas misioneras teresianas, por su vida, por su talante, por su fe cristiana, que fue el motor que animó su existencia. Descansó en el Señor en la Residencia San José de Palencia el día 12 de marzo del 2022. Hoy damos gracias a Dios por haberla tenido entre nosotros y haber convivido con ella. Sabemos que tenemos una intercesora más junto a las que la precedieron. DESCANSE EN PAZ