En Palencia, Cdad. de San José, el día 7 de julio de 2019 descansó en el Señor nuestra hermana MARÍA CÉSAR FUENTES GARCÍA,
Breve recorrido por su historia
La Hna. Mª Cesar nació en Castellar de Santiago, Ciudad Real, en 1929. Fue la primera de siete hermanos, un hermano y cinco hermanas. Desde el inicio se sintió responsable de sus hermanas y fue para ellas una segunda madre; velando y preocupándose por todas con gran cariño fraterno junto con sus padres.
Cuando sintió la llamada a la vida religiosa, no lo manifestó enseguida pero estaba segura de la llamada del Señor.
Al hacer la primera profesión como Carmelita Misionera Teresiana, en Tarragona, en 1966, contaba 36 años, según ella ya era muy mayor. Comentaba a este respecto: “En el juniorado todas estudiaban, como yo no, a causa de la edad, me dije: si no puedo estudiar voy a procurar ser santa”. Parece ser que en esto empleo todas sus energías. De temperamento alegre, pacífico, bueno… fue sembrando y proyectando en su caminar por la vida la opción por Jesús de amar y servir a los demás.
Uno de los primeros lugares donde estuvo destinada fue San Llorenç Savall, un centro para niños de familias desestructuradas, allí pudo desplegar su misión de cuidar y acompañar a niñas procedentes de ambientes complicados; en ellas dejó una huella de bondad y amor maternal que aún recuerdan algunas.
También desarrollo su apostolado en centros de espiritualidad como en Tarragona y Bilbao dejando una impronta de cercanía, sencillez y disponibilidad, característica en ella. El cardenal Ricardo Blázquez decía que cuando fue obispo de Bilbao se sintió muy ayudado por Mª Cesar. Tan fue así que estando enferma en Palencia, pasaba a visitarla siempre que podía.
En 2015 llegaba a Palencia enferma de Alzheimer. Todavía asistía a todos los actos de Comunidad y participaba en las reuniones. Mª Cesar era amena y fraterna con un sentido profundo de mujer cristiana y consagrada. Sus comentarios sobre cualquier tema revelaban su delicadeza y respeto hacia los demás y su madurez humana y espiritual. En los comentarios de la Palabra siempre nos dejaba admiradas por la hondura de su pensamiento y la fuerza de su fe.
Con el tiempo su físico se fue deteriorando, pero mantuvo intacta la parte espiritual siendo un ejemplo, sobre todo, para sus cuidadoras, que la querían mucho por el bien que les hacían sus palabras y … sus hechos. ¡Ni una queja ni un gesto de desagrado! Durante su prolongada enfermedad sufrió mucho de fuertes dolores, los brazos y las manos quedaron rígidos pero ella solo decía que tenía dolor si le preguntaban.
Para toda la comunidad ha sido un testimonio de vida entregada a Dios sin querer separarse de su querer. Hasta el final mantuvo la voluntad firme en Dios. Lamentamos no haber transcrito todo lo que a lo larga de los días y los meses decía cuando le preguntábamos alguna cosa. Sus respuestas eran dignas de haberse conservado porque revelaban la grandeza de su persona.
Tenemos la certeza de que goza por toda la eternidad de la presencia de Dios y que no olvida a su querida Congregación.