De nuevo H. Olga se pone en línea con nosotros ofreciéndonos su testimonio e insiste en la necesidad de no perder el “centro”.  Nos presenta cuáles son los “centros que nos alejan del centro”, la necesidad de reconducir los hilos de la historia que nos lleven a   colaborar en la obra de Dios. Su testimonio: “No temas perder la vida… teme perder el Centro”

“No temas perder la vida… teme perder el Centro.”

Sí, así he amanecido hoy y quiero compartirlo con vosotras/os.

Están siendo días en que la oscuridad, por diferentes razones, invade mis espacios. Tantas realidades oscuras. Tantas preguntas sin respuesta. Tanto dolor acumulado…

Y…de pronto, la necesidad, la urgencia de volver a una certeza: “Tranquila Olga, la obra es de Dios y Él la seguirá llevando a cabo “a pesar de los pesares”, a pesar de nuestros muchos pesares.

Y, con esta certeza, la necesidad de recuperar el centro.

Necesidad de recuperar centro porque para nosotras/os el riesgo no es perder la vida, o dejar nuestros bienes (como en el joven rico en el Evangelio de hoy), o perder la imagen que hemos construido con esfuerzo, o perder la sensación de poder que nos da el tener mucha información…El riesgo en nuestra vida de creyentes es perder el centro y nuestro centro sólo puede ser colaborar en la obra de Dios, ser IGLESIA. Hasta dar la vida. Día a día, o de golpe si fuera necesario.

Me preguntaréis que a qué viene esto. Viene a que, si lo fundamental es colaborar en la obra de Dios, todo lo demás pasa automáticamente a ser relativo en nuestra vida. Ya no importa más si la protagonista soy yo, si me entero o no, si lo que ocurre tiene que ver con mis momentos o no. Sólo importa que Dios es quien lo hace y que a mí y a ti nos necesita como instrumentos colaboradores, abandonados en sus manos para hacer con nosotros lo que quiera y cuando quiera, sin tener por qué darme explicaciones. Desde ahí será que yo no sabré cómo, pero Él seguirá actuando y abriendo caminos, como he experimentado en tantos momentos en este tiempo. Quién me dice que si Él calla no es porque yo o tú necesitamos tiempo para darnos cuenta de desde dónde estoy actuando o

cuáles son los centros que me alejan del Centro.

Una y otra vez reconduce los hilos torcidos de la historia esperando que su pueblo reconozca sus errores y se convierta. Una y otra vez. En ocasiones a costa de dolorosas pérdidas por el camino, en otras consiguiendo encauzar a tiempo los acontecimientos. Y toca únicamente CONFIAR.

Os regalo hoy el testimonio de María poco antes de morir. Los daños que sufren estos niños los siguen matando aún tiempo después de ser rescatados:

“Soy feliz, mamá ángel, no tengo miedo de morir.

Yo solo le pedía a Dios si es que existía, (ahora sé que existe), que no quería morir a manos de los monstruos. Cada día era el terror y miedo de morir con todo lo que me hacían, yo pensé que no sobreviviría cada noche cuando me torturaban así. Y le pedía a Dios que no me dejara morir en las manos de estos cerdos.

Y mírame, un año, un mes, seis días y 10 horas en que vivo en paz y nadie me hace daño, que tengo una familia que me ama, una mamá ángel, una abuela misteriosa y muchas tías y tíos, tres abuelas postizas que vienen a visitarme y la gente del hospital que me trata bien.

No tengo miedo de morir porque Dios me cumplió lo que le pedí y me regaló más de lo que pedí, un año entero, eso es muchiiiiiiisimo más de lo que pedí.

No quería otra cosa en la vida que morir en paz y no en manos de ellos, reventada y destruida… Muero en paz, amada, cuidada… ¿entendés lo que es eso mamá ángel? Soy feliz, Dios hace milagros, a mí me lo hizo.”

Sus cuerpos están tan heridos que muchos han muerto poco después de ser rescatados y otros como esta María poco más de un año después.

¡Qué decir de su oración confiada! ¡Qué decir del objeto de su oración!:

“No quería morir a manos de los monstruos”.

A lo mejor se parece en algo a lo que a nosotras/os muchas veces nos aflige. ¡Qué ironía, los expertos en la oración, en la confianza en Dios…! En tantas cosas de las que nos sentimos capaces incluso de dar lecciones, muchas veces desde nuestras vidas vacías, cargadas de comodidades y de seguridades. Vidas incapaces de arriesgarse realmente por nadie.

Frente a nosotros los testimonios de estos niños que gritan por su vida o simplemente por morir en paz, amados y cuidados. Que nos enseñan a nosotros tan aferrados a la vida que morir no es lo peor que nos puede pasar.

Sí, existen los milagros. Lo reconoce María. Lo creo firmemente. Y se dan cuando estamos centradas/os porque entonces todo, hasta lo más caótico recupera el orden, la naturaleza nos regala un arco iris impensado, los niños son encontrados y liberados a cientos, lo que parecía imposible humanamente se recoloca sin esfuerzo en un segundo, los pequeños mueren sintiéndose queridos y acogidos…

BUSCA TU CENTRO.

MANTENTE AHÍ, LIBERADA DE TODO LO DEMÁS Y…

CONFÍA, DIOS HARÁ EL RESTO.

Olga Olano

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