El calendario marca el 20 de junio y llega una nueva reflexión que parte del epistolario palautiano. Nos comparte la hermana Aleksandra esas líneas de una provocación misionera…

ESCUELA PALAUTIANA DE LA VIDA. CARTA 36

Nuestros tiempos son tiempos difíciles para las evangelizaciones. La Buena Nueva del Reino de Dios no parece ser ni buena, ni nueva. Parece que nuestro mundo ya lo ha visto todo, y cuanto más sufre el mundo, más difícil es hablar de Dios y de su amor por la humanidad. O tal vez… ¿es que los evangelizadores no son lo suficientemente apasionados y creativos para encontrar caminos diferentes para que el Evangelio toque los corazones humanos en nuestro «hoy»?

El domingo pasado, undécimo domingo del tiempo ordinario, vimos cómo Jesús elegía a sus Apóstoles. Comenzó con la mirada de Jesús al mundo, a la humanidad, a las personas concretas con las que se encontraba: parecían ovejas sin pastor. Por eso les dio pastores con una misión concreta: «Id a las ovejas perdidas, decidles con vuestra presencia y obras que ha llegado el Reino de Dios, curadlas, sanadlas, consoladlas, expulsad sus demonios. Y todo ello, hacedlo gratuitamente, sin esperar nada a cambio, porque vosotros también lo habéis recibido gratuitamente y yo no espero nada a cambio de vosotros».

Esto es exactamente lo que el padre Palau sintió e hizo en 1851, cuando puso en marcha la Escuela de la Virtud. Miró a la sociedad de su tiempo, a tantas personas que ignoraban las enseñanzas de Dios y de la Iglesia, a tantas personas alejadas de la salud de la fe por las doctrinas modernas, que parecían ovejas sin pastor. Y se comprometió a convertirse en su pastor, junto con otros «locos» que amaban a la Iglesia como él. Cada domingo reunía a gente de toda Barcelona para escuchar que el Reino de Dios está cerca, está muy cerca, y viene con sanación y restauración. Y era totalmente gratis, nadie tenía que aportar nada. Por eso llamamos al padre Palau misionero apostólico, porque siguió el ejemplo de Jesús y de sus Apóstoles en la difícil tarea de la evangelización de su tiempo.

¿Y nosotros? ¿Qué pasa con nuestros tiempos? Hay muchas personas que se sienten perdidas, sin rumbo, sin un lugar al que acudir en momentos de angustia, confusión y duda. Buscan la respuesta en las ideologías, en la política, en la espiritualidad, pero no encuentran guías que les acompañen, que les muestren el camino, que les miren con misericordia, no con juicio. Hay muchos «obreros» pero tantos trabajan por el salario, no gratis, y cuando la sociedad no reconoce su esfuerzo, dan la espalda al mundo y se encierran en su propio círculo. Sí, inventan muchas actividades pastorales para los que ya creen, que son fuertes en la fe, pero no tienen mucha idea de qué hacer con los que perdieron la fe en Dios, en la Iglesia y en la bondad humana. Todas esas enfermedades, depresiones (demonios de nuestro tiempo)… y tan poca respuesta de la comunidad que acogería a los que sufren, curaría su herida de abandono, de soledad, de desamparo. Muchas veces me pregunto: si el Padre Palau viviera hoy, con todos los medios que hoy tenemos, ¿qué haría? Y luego me pregunto: ¿por qué yo no puedo hacerlo? ¿Acaso mi pasión no es suficiente para convertirnos en verdaderos evangelizadores en esta era de la Nueva Evangelización? ¿Qué pensáis vosotros? ¿Podemos hacerlo?

 

A la Reina Isabel II: Madrid

Es Cubells (Ibiza), 20 mayo de 1857

Señora:

1. Fr. Francisco Palau, sacerdote exclaustrado de la orden de carmelitas descalzos, residente en Ibiza, A.L.R.P. de V. M. con el respeto debido.

Expone que siendo la enseñanza de las doctrinas católicas una necesidad apremiante y extrema para su patria, en esta persuasión resolvió dedicarse por entero a este santo ministerio en aquella forma que, consultadas todas las circunstancias del tiempo y personas, creyera más apta y adecuada para que la palabra de Dios produjera copiosos frutos. Y al efecto, se dirigió al Exmo. e Ilmo. Sr. obispo de Barcelona y, obtenida la autorización para predicar, principió tan laudable tarea en la iglesia parroquial de San Agustín de la misma ciudad, siempre puertas abiertas, en noviembre de 1851.

2. El que suscribe deseaba que la cátedra del Espíritu Santo fuera circuida no sólo de alumnos dóciles a sus lecciones sino muy particularmente de ciertos genios cultos y privilegiados que fascinados por el error, se han constituido maestros y doctores de doctrinas tan impías, que gustadas y digeridas por las masas y un pueblo incauto, producen en él la desobediencia a las autoridades constituidas, la revolución y la anarquía. Predicaba el santo evangelio a un auditorio ilustrado y religioso cual era Barcelona en los años 1851, 1852, 53 y 54 pero en circunstancias críticas, en tiempos difíciles y en una época en que errores los más groseros eran sostenidos por una prensa sin freno, los que abriendo en nuestro católico suelo un vesubio de impiedad, ésta lanzaba su mortífera lava sobre todas las clases y categorías de la sociedad. Por esto creyó conveniente escoger una forma especial y muy conocida, tal fue la académico-catequística; según la cual transformando en aula pública la Iglesia, en primera sección definía por sus propios términos las virtudes verdaderas, pintaba los vicios y sus devastadoras propiedades bajo sus naturales y monstruosas figuras, daba de las verdades evangélicas y de las doctrinas que de ellas fluyen una explicación detallada; y luego, por parte segunda de esta misma enseñanza, con estilo acomodado para altas inteligencias, se proponían y desarrollaban aquellos sublimes principios que forman la base firmísima, indestructible e inmóvil de nuestras creencias religiosas, disolviendo y pulverizando uno por uno y a su tiempo y por su turno todos los argumentos que constituyen el deleznable y frágil baluarte tras el que se ha parapetado la impiedad. Tenía por consiguiente esta Escuela la misión de proponer y explicar al pueblo la doctrina cristiana y de instruirle en los motivos y principios de donde ésta emana.

3. El exponente sintióse movido a esta santa misión, y aunque difícil y penosa, alentado por el amor a Dios y a su patria, la cumplió. Bajo este programa, la iglesia parroquial de San Agustín de Barcelona fue convertida en una Escuela de Virtud, donde todos los días festivos se explicaba al pueblo el Catecismo de las Virtudes, que es una extensión del de la doctrina cristiana, vindicando esta misma doctrina de los errores que la impugnaban.

4. La predicación del evangelio y la enseñanza de sus doctrinas, aún cuando tuviera la forma de una escuela, no podía ser sospechosa del crimen de conspiración contra el orden público; puesto que todas sus funciones, sus oraciones, doctrinas y actos tendían directa y eficazmente a establecerle, conservarle y solidarle. Anunciábase anticipadamente por los diarios de la capital el programa de todas sus doctrinas y éste era fiel y lealmente ejecutado; convocábase al pueblo del mismo modo y por aquellos mismos medios que están en uso en todas las iglesias, cuando se celebran cultos
religiosos públicos, por cuya razón millares de testigos oculares y auriculares presenciaban sus actos y escuchaban sus doctrinas.

5. Corría esta Escuela gloriosa su carrera. Abrigaba en su seno constantemente un concurso escogido e inmenso, ofreciendo a un número muy considerable de familias todos los días festivos dos horas de instrucción religiosa y llegando a últimos de marzo de 1854 fue suprimida por el Exmo. Sr. Capitán General D. Ramón de La Rocha. S. E., sorprendido sin duda por informes falsos, atribuyóla la causa motora de la revolución entre operarios y fabricantes, y la disolvió. Nada más inverosímil e inexacto que atribuir la revolución a unas doctrinas que tenían por objeto destruirla, aniquilarla y hacerla imposible.

6. El suplicante, señora, no puede menos de rechazar una imputación tan calumniosa, y reta ante Dios y los hombres a que se le pruebe debidamente la menor culpabilidad. Esto no pudo suceder en el caso presente y, por haber querido vindicar su inocencia, se cruzaron contestaciones desagradables con el Sr. Corregidor y el Exmo. Sr. Capitán General de cuyas resultas se le confinó a esta isla. En ella ha residido constantemente observando una conducta irreprensible.

En esta atención a V. M. rendidamente suplica se digne proteger la inocencia de este indigno sacerdote y levantarle el destierro, de que recibirá especial gracia.

D. N. S. conceda a V. M. dilatados años de vida para el bien de la Iglesia y monarquía española.

Señora
A.L.R.P.D.V.M.

Fr. Francisco Palau, Pbro.

Fuente: asia.cmtpalau.org